Por Julio Vega viernes, 15 de septiembre de 2017




Hace unos años tuve la oportunidad de involucrarme en el estudio de la violencia y la delincuencia. Por aquellos tiempos me topé con un proyecto de una profesora que se realizaba en una de las cárceles de mi estado. Participar en el proyecto de investigación sin duda fue una experiencia que marcó mi trayectoria profesional. Conocer delincuentes de todo tipo, y hacer entrevistas a profundidad con ellos era bastante atrayente. Sin embargo, conforme uno entrevistaba agresor por agresor, algunas situaciones eran bastante consistentes: uso de sustancias, un grupo de amigos que son mala influencia, y sobre todo una relación disfuncional con los padres. Recientemente, esto último ha vuelto a llamar mi atención al encontrarme con un artículo titulado La relación entre los estilos de crianza y la delincuencia: un meta-análisis” por Machteld Hoeve y sus colaboradores. Éste artículo aborda como los diferentes estilos de crianza que tienen los padres puede ayudar o bien impedir que los hijos se vuelvan delincuentes.


Para entender lo anterior previamente tenemos que estar familiarizados con los cuatro estilos de crianza que una madre o padre pueden tener: autoritario, democrático, permisivo y negligente. Sin duda el solo nombre de los estilos nos da una buena idea del tipo de padre que son. Los padres autoritarios son aquellos que son inflexibles con sus reglas, que crían hijos que deben ser obedientes y sumisos; en contraparte a éstos son los padres permisivos, padres que dan total libertad a sus hijos y que cuando rompen alguna regla -si es que las hay- no existen consecuencias por ello; los padres democráticos juntan lo mejor de los anteriores, padres que ponen límites pero que también dan libertad y flexibilidad cuando la situación lo amerita. Finalmente, los padres negligentes -sin duda el peor de la tipología- son padres que simplemente no prestan atención a sus hijos, como si la crianza no hubiera sido hecha para ellos.

Estos estilos bien diferenciados fueron propuestos por primera vez por la investigadora y psicóloga Diana Baumrid, que además de ser famosa por su tipología también lo fue por alzar la voz por las implicaciones éticas del controversial estudio de obediencia de Stanley Milgram (el cual valdría la pena comentar en futuras entradas). Baumrid, una mujer interesada por la psicología del desarrollo y por la moral de los propios psicólogos, es un personaje importante en la psicología. En una era en la que la psicología era dominada por hombres como Milgram, Asch o Skinner, esta mujer contribuyó a la ciencia de la psicología de forma equiparable a sus congéneres masculinos. Entre la década de los 60 y 70 Diana Baumrid realizó una serie de estudios que le permitió identificar las tipologías antes mencionadas. En 1971 publicó posiblemente uno de los estudios más citados en psicología[1] , explicando los métodos y técnicas empleados para obtener las tipologías. La metodología utilizada por Baumrid si bien es extensa, resulta también sencilla y elegante. Baumrid utilizó más de 100 familias y niños a los cuales, entrevisto sobre sus prácticas de crianza, y contrastó con observaciones detalladas para verificar que lo reportado por ellos coincida con la realidad. A partir de estas entrevistas y observaciones, y recolectando una serie de variables por medio de un instrumento diseñado para el estudio, pudo asociar distintos tipos de comportamientos con las tipologías antes mencionadas a través de una técnica conocida como “análisis de congloremados”. El análisis de conglomerados permite buscar grupos de sujetos que comparten características similares entre sí, formando pequeños grupos o “conglomerados” de sujetos. Fue a partir de esta metodología que Diana Baumrid pudo obtener sus cuatro estilos de crianza parental. Si bien algunos textos mencionan que fueron Maccoby y Martín quienes propusieron el estilo “negligente” en 1983, lo cierto es que Baumrid ya lo había identificado 11 años antes en su estudio de 1971.

Ciertamente el legado de Diana Baumrid sigue vigente hasta nuestros días. Resulta imposible buscar algún artículo sobre crianza parental que no aborde -aunque sea de forma breve- la tipología propuesta por ella. Entre las líneas de investigación más frecuentes que hacen uso de ésta tipología destaca su relación con la delincuencia juvenil, en donde los resultados son bastantes consistentes a través de diversas metodologías y poblaciones: el democrático es el mejor estilo de crianza, y el peor: el negligente, seguido por el permisivo. Pero ¿A qué se debe esto? ¿Qué hacen algunos padres que sus hijos terminan siendo delincuentes y que hacen los otros que no? Lo cierto es que es un poco difícil responder esta pregunta debido a la variedad de metodologías utilizadas en los estudios, así como por la sobresimplificación que ha tenido en décadas recientes la tipología de Baumrid. Los estilos democrático, autoritario, permisivo y negligente son meros arquetipos. Sería bastante difícil encontrarnos con una familia cuyos padres cumplan al cien por ciento las características de una sola tipología. Mis padres por ejemplo han sido tanto democráticos como autoritarios dependiendo de la situación, la edad o incluso del hijo. Y eso me lleva a retomar uno de los ejes analíticos que retoma el estudio de Hoeve que menciono al inicio del artículo: que las tipologías propuestas por Baumrid se logran gracias a la combinación de otras dos variables: el apoyo y el control.

El apoyo y el control son dos variables que, a través de su interacción, permiten obtener distintos tipos de crianza. Ambos, siendo variables representables en un continuo, es decir, puede haber poco apoyo o mucho apoyo, y poco control o mucho control. El apoyo podríamos definirlo como la capacidad de los padres de responder antes las necesidades de los hijos, prestar atención, ser cálidos y afectuosos. Por su parte el control hace referencia a las exigencias o demandas que los padres tienen hacia los hijos, que en el mejor de los casos éste control podría estar orientado hacia las metas de los hijos, o en el peor hacia las metas de los padres (“aquí se hace lo que yo digo”). Según Hoeve la interacción entre el control y el apoyo da como resultado las diferentes tipologías: mucho control y poco apoyo da como resultado padres autoritarios; poco control y mucho apoyo los permisivos; mucho control y apoyo los democráticos; y poco control y apoyo los negligentes. Es por ello que los padres pocas veces pueden ser encasillados en alguna tipología en particular, ya que constantemente se están moviendo entre el continuo de mucho-poco apoyo y de mucho-poco control. Aunque seguramente preferirán algún aspecto del continuo y la interacción que les ha dado mejores resultados con sus hijos. Sin embargo, hay que mencionar que Diana Baumrid ¡Ya había anticipado lo anterior!, de hecho, su tipología se basa en un análisis de conglomerado de las variables que miden apoyo y control, y que incluso -como ella misma menciona en su artículo de 1971- se basaba en el tratado de otro investigador: Schaefer, cuyo estudio en éstas dos dimensiones de apoyo y control fue publicado en 1965.

A pesar de que la propuesta de Hoeve en su meta-análisis simplemente consiste en retomar ejes analíticos propuestos previamente por Schaefer y Baumrid, su artículo tiene un valor significativo: integra una serie de estudios sobre un mismo tema para buscar consistencias en sus resultados. Lo anterior puede hacer a través de dos métodos bastante utilizados: las revisiones sistemáticas y los meta-análisis. Los primeros siendo más cualitativos, y los segundos aplicando técnicas cuantitativas al análisis de los resultados. Éstas técnicas son especialmente importantes en ciencia, ya que permiten integrar los resultados de diferentes estudios para encontrar consistencias en los resultados. Es por ello que resulta importante el esfuerzo de Hoeve para identificar que prácticas realizan los padres de jóvenes delincuentes que son diferentes a la de los padres de jóvenes no delincuentes a través de un meta-análisis. A través del análisis de 161 investigaciones acerca de estilos de crianza y delincuencia, fue que Hoeve pudo identificar qué patrones relacionados con el apoyo y el control están asociados con padres de jóvenes normales y que contrastan con los de los padres de delincuentes juveniles. Pudo identificar que, en cuanto al apoyo, las conductas y malas prácticas que están relacionadas con la delincuencia son la negligencia (no prestar atención al hijo, evitarlo), la hostilidad hacia los hijos (manifestar su enojo contra ellos, hacerlos sentir como una molestia, una fuente de irritación o ser sarcástico con ellos), y el rechazo. Con respecto a la dimensión de control, una supervisión pobre (no saber qué hace o con quién está), demasiado control psicológico (usar la culpa como una forma de control), y la sobreprotección también estaban asociadas con la delincuencia. Otras conductas como tener una disciplina consistente o una comunicación abierta con el hijo, contrario a lo que se creería, no tuvieron relación alguna, o bien su relación fue débil.

Gracias al estudio de Hoeve, ahora tenemos una idea más clara de porque el estilo de crianza democrático está relacionado con una baja delincuencia. Ciertamente los padres de los delincuentes que entreviste mostraban conductas como negligencia y poco control sobre sus hijos, los cuales se vieron obligados a buscar apoyo y atención de amigos con actitudes que favorecían la delincuencia y criminalidad. Así que si usted quiere -por alguna extraña razón- criar a un delincuente tenga en mente lo siguiente: no le preste atención ni los escuche, no les brinda apoyo cuando lo necesiten, hágalos sentir como un estorbo, ignore donde y con quien están, y use la culpa para controlar -si es que desea controlarlos.


Notas

[1] Tan solo en Google Académico, el artículo reporta haber sido citado por 6,292.

Referencias:

Hoeve, M., Dubas, J. S., Eichelsheim, V. I., Van Der Laan, P. H., Smeenk, W., & Gerris, J. R. (2009). The relationship between parenting and delinquency: A meta-analysis. Journal of abnormal child psychology, 37(6), 749-775.

Baumrind, D. (1971). Current patterns of parental authority. Developmental psychology, 4(1p2), 1-103.

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