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¿Y qué papel juega la psicología positiva contra la violencia?: Una pauta de acción para contrarrestar la violencia y promover el bienestar


¿Y qué papel juega la psicología positiva contra la violencia?: Una pauta de acción para contrarrestar la violencia y promover el bienestar


La psicología positiva es un área relativamente emergente dentro la psicología como tal (Moyano, Bermúdez y Ramírez, 2016). Aunque sus antecedentes se remontan a la psicología humanista en la década de los 50 (Salanova Soria y Llorens Gumbau, 2016), es apenas en 1998 cuando se puede hablar de su reconocimiento formal dentro de la Asociación Americana de Psicología. Y aunque la esencia de la psicología positiva ya figuraba como parte de los objetivos de la psicología como ciencia desde mucho antes, ésta se vio desplazada por el énfasis en el tratamiento de los trastornos mentales y el estudio de sus causas y sus efectos (Seligman y Csikszentmihalyi 2000). Así por un lado, la psicología se enfocó en prevenir y curar lo patológico pero también descuidó la promoción de lo salutogénico. Esta última tarea es retomada por la psicología positiva en el afán de proporcionar un equilibrio y un panorama integral de la psicología humana (Park, Peterson y Sun, 2013). Es decir la psicología positiva no niega la existencia de lo negativo sino va más allá de ello y reconoce también la existencia de lo positivo.   
En este sentido, la psicología positiva que puede ser definida como el estudio científico del funcionamiento óptimo humano (Seligman y Csikszentmihalyi 2000) juega hoy un papel muy importante en la promoción de la salud y el bienestar y por lo tanto en la prevención de fenómenos sociales como la violencia.
Pero ¿Qué es la violencia? ¿Qué la causa? Y ¿Cómo prevenirla? Estas son preguntas difíciles de contestar contundentemente pues la violencia es un fenómeno que ha sido estudiado y puede ser analizado desde muchas perspectivas. La violencia que puede ser definida como cualquier acción o inacción que tiene como finalidad causar daño (físico o no) a otro ser humano (J. Sanmartin, 2000), es una realidad que puede observarse hoy día en diversos escenarios y contextos; desde la violencia intrafamiliar, la violencia escolar, la violencia de género, hasta los actos terroristas y las guerras, son sólo algunos ejemplos que nos dicen que la violencia es un fenómeno social complejo que ocurre en muchos ámbitos en el mundo y nuestra sociedad. Sin embargo, en un análisis conceptual, algunos autores optan por diferenciar a la violencia de la agresividad el cual es otro concepto objeto de estudio y debate en psicología.

En este sentido J. Sanmartin (2000) considera que si bien la agresividad es una caracteristica innata en el ser humano esto no significa que su manifestación sea siempre inevitable y por lo tanto justificada por cuestiones biológicas. En otras palabras el ser humano es agresivo por naturaleza pero puede ser violento o pacifico dependiendo del contexto cultural en el que se desenvuelva (Alfonso Varea y Castellanos Delgado, 2006). Está visión sobre la violencia es más optimista puesto que por un lado permite considerar a este fenómeno como algo ampliamente evitable (prevenible), y por otro, culturalmente aceptable o inadmisible (aprendido/condicionado). 
Con base en lo anterior, es posible asegurar que existen vías para prevenir la violencia y por otra parte inculcar que la violencia no es el camino. Ahora, ¿Qué podemos hacer como sociedad para conseguir el objetivo anterior? ¿Qué puede hacer la psicología al respecto? y ¿Qué papel juega la psicología positiva en todo esto? Siendo la psicología la ciencia dedicada al estudio del comportamiento humano, tiene mucho que aportar en términos de comprender los factores involucrados en la violencia, atender a las víctimas de este fenómeno y generar campañas para reducir y romper con el circulo de la violencia, sin embargo, la psicología no sólo debería quedarse con la mera ausencia o inexistencia de la violencia sino también debería ocuparse de la promoción de la paz y el bienestar. Y es que como se ha mencionado anteriormente, un aspecto ignorado por mucho tiempo por la psicología ha sido el de cultivar las fortalezas y promover el desarrollo del potencial humano (Park, 2004). Este papel que ahora asume la psicología positiva de manera científica, aunque directamente no lo parezca puede hacer mucho para fomentar espacios y ambientes libres de violencia pero sobre todo para hacer de la paz una fortaleza y cualidad de la sociedad.

Los cómos de la psicología positiva para abordar la violencia, promover la paz y el bienestar

Pero ¿Cómo puede la psicología positiva y el bienestar promover la paz e incluso ayudarnos a combatir la violencia?
Una vez pronunciada la psicología positiva como área digna de estudio, sus principales impulsores Seligman y Csikszentmihalyi (2000) establecieron tres centros de trabajo para estudiar y entender mejor que factores influyen en el desarrollo de una vida plena, estos son: 1) Las experiencias positivas (emociones positivas, experiencias de flow, felicidad); 2) Los rasgos individuales positivos (fortalezas de carácter, talentos, valores) y; 3) Las instituciones positivas (escuelas, familias, comunidades). A la postre, Seligman (2009) agregó a estos ejes de trabajo una nueva vía: 4) Las relaciones interpersonales positivas (amigos, matrimonios, compañeros). La lógica detrás de estas áreas de estudio es que las instituciones positivas favorecen el establecimiento de relaciones positivas, y estas a su vez favorecen el desarrollo de los rasgos positivos y al mismo tiempo posibilitan las experiencias positivas (Park, Peterson y Seligman, 2004).
A continuación se describe de manera breve cómo estas cuatro variables pueden ayudarnos a enfrentar el tema de la violencia, promover la cultura de la paz y potenciar el bienestar.

Experiencias positivas

Estudios señalan que los efectos de sentirnos bien o experimentar emociones positivas resultan en volvernos más generosos, altruistas, ser más creativos, benevolentes con los demás y con nosotros mismos (Aspinwall, 2001; Fredrickson, 2001; Vázquez y Hervás  2009). La construcción de estos recursos personales, que incluyen aspectos cognitivo-conductuales, psicológicos y sociales pueden explicarse a través de la teoría de la ampliación y la construcción propuesta por Fredrickson (2001), la cual postula que las emociones positivas (al contrario que las emociones negativas) amplían momentáneamente nuestros repertorios de  pensamiento-acción lo que favorece el surgimiento de ideas y acciones creativas y novedosas, y el establecimiento de vínculos sociales. Esta nueva apertura cognitiva y conductual con el paso del tiempo termina a su vez por construir recursos personales duraderos que sirven después para la supervivencia y enfrentarse de manera más efectiva y positiva a la vida. Es decir, al fomentar las emociones positivas, no sólo promovemos el bienestar sino también construimos recursos personales para una convivencia más pacífica y sana.  

Rasgos positivos

Por otro lado, Seligman y Peterson (2004) en un intento por establecer un sistema de clasificación de cualidades o “rasgos positivos” que sean la contraparte del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales o DSM por sus siglas en inglés, desarrollaron investigación que tomó aportes de la filosofía, las religiones y diversas culturas para su realización. El resultado, arrojó un total de 24 fortalezas de carácter, agrupadas en 6 virtudes. Dichas fortalezas se caracterizan por: (1) Ser valoradas en todas las culturas; (2) Ser un fin y no un medio en sí mismas y; (3) Pueden ser adquiridas. Entre dichas fortalezas se encuentran la humildad, la amabilidad, la prudencia, el autocontrol, el perdón y el altruismo, las cuales se han relacionado con una reducción de la violencia y baja externalización de la agresividad (Cohrs, Christie, White y Das, 2013; Giménez, Vázquez y Hervás, 2010; Tweed, Bhatt, Dooley, Spindler, Douglas y Viljoen, 2011). Asimismo, de manera general se ha encontrado evidencia que señala que “un buen carácter” o la presencia de estas fortalezas personales se relacionan con un menor índice de conductas de riesgo (tabaquismo, abuso de sustancias), psicopatologías y disminución de la violencia (Park, 2004) mientras que virtudes como la trascendencia y la templanza podrían fomentar la paz (Peterson y Seligman, 2004). Así pues, las fortalezas de carácter además de servir para resolver problemas (Park, Peterson y Seligman, 2004) que se asocian a un malestar social, también podrían contribuir al bienestar y la paz. 




 Instituciones positivas

Las instituciones sociales como la familia, la escuela y la comunidad como tal pueden jugar tanto el papel de factores de riesgo como factores de protección ante la violencia (Moore, Stratford, Caal, Hanson, Hickman, Temkin, Schmitz, Thompson, Horton y Shaw, 2014; Lösel y Farrington, 2012); es decir mientras estas instituciones pueden incrementar su probabilidad también pueden reducirla (Lösel y Farrington, 2012). Por esta razón es que trabajar para construir y promover instituciones más sanas y positivas no es sólo cuestión de bienestar sino también una manera de prevenir fenómenos como la violencia.
Sin embargo, cabe aclarar que en línea con el objetivo de la psicología positiva la meta no quedaría en mitigar o nulificar la violencia sino ir más allá de ella y trabajar por la construcción de cualidades como la armonía, la empatía y la humanidad (Cohrs, Christie, White y Das, 2013). Y es que son estas estructuras sociales las que a nivel individual  puede ayudar a prevenir el comportamiento violento pero también enseñar la cultura de la paz.

Relaciones positivas

Sin duda, una de las más grandes aportaciones de la psicología positiva al estudio del bienestar y la felicidad, es el hecho de que las relaciones positivas son un factor clave para tener una vida buena y una vida con sentido (Waldinger, 2016). Del mismo modo, también existe evidencia que respalda que los vínculos positivos pueden fungir como factores protectores contra violencia y a su vez se correlacionan negativamente con factores de riesgo asociados a ella, tales como el abuso de alcohol y el abuso de sustancias (Haase y Pratschke, 2010; Moore, et al., 2014). Así también, como podrá suponerse, las personas que mantienen relaciones interpersonales positivas poseen una serie de habilidades que los distingue, tales como la empatía, la resolución de conflictos y la capacidad de negociación (Wied, Branje y Meeus, 2017), las cuales podrían fomentarse en otros grupos para el establecimiento de relaciones más sanas y positivas. En esta la misma línea, la evidencia sugiere que los factores de protección son tan importantes como los factores de riesgo puesto que si bien estos últimos tienen un impacto en la reducción con la violencia (Moore, et al., 2014), los primeros como en el caso de las relaciones positivas favorecen ambientes de armonía, tolerancia y de paz (Cohrs, Christie, White y Das, 2013), incompatibles con la violencia.

Y que pude ofrecer la psicología positiva cuando la violencia se ha presentado




Indudablemente, la psicología positiva no solo se enfoca en emociones y experiencias como la alegría, la felicidad y el bienestar y pasa por alto el hecho de que en el mundo y en nuestra sociedad existen personas que han atravesado por situaciones de violencia.
Ante el dolor y el sufrimiento humano, la psicología positiva también ofrece recursos para superarlos y florecer. Entre estas estrategias o recursos psicológicos positivos se encuentran, la espiritualidad, la resiliencia, el crecimiento postraumático, la vida con sentido y significado, las emociones positivas, las relaciones positivas, el optimismo, la reevaluación positiva, la fe, la esperanza y el amor, las cuales han demostrado por un lado amortiguar los efectos producidos por el estrés y por otro dar un sentido diferente a las experiencias dolorosas y traumáticas para ser utilizadas de manera positiva para el crecimiento personal (Fredrickson 2001; Joseph, 2009; Park, Peterson y Sun, 2013; Seligman y Peterson 2004). Asimismo, estas experiencias, rasgos y características positivas tienen la capacidad de incrementar y promover la salud y el bienestar lo cual no equivale a la mera ausencia de problemas o enfermedad (OMS, 1947).

Conclusiones

La violencia es un fenómeno social complejo y de salud pública que tomando en cuenta un modelo ecológico involucra tanto factores individuales, como interpersonales, comunitarios y sociales (Reilly y Gravdal, 2012). Asimismo altos niveles de violencia en algunos países comparado con otros sugieren que existen creencias, valores y políticas que subyacen a una cultura de la violencia (Moore, et al., 2014) lo cual también indica que existen distintos factores involucrados. Estos factores pueden tanto incrementar la probabilidad de violencia (factores de riesgo) como reducirla o incluso prevenirla antes de que aparezca (factores de protección). Asimismo existe evidencia que señala que la probabilidad de violencia disminuye conforme el número de factores de protección aumenta (Lösel y Farrington, 2012). Estos factores de protección para la psicología positiva tendrían que ver con cultivar y promover aspectos tales como las emociones positivas, los rasgos positivos, las relaciones positivas y las instituciones positivas las cuales contemplarían las variables señalas por el modelo ecológico. Sin embargo, tomando en cuenta el modelo del déficit predominante en psicología estos factores de protección y promoción de la salud estarían siendo ignorados. En este sentido el presente análisis pretende no sólo prestar atención a los factores que pueden reducir la violencia desde la prevención sino también a aquellos que pueden ayudar a erradicarla a través de la promoción del bienestar y una cultura de la paz.


 Referencias

Aspinwall, L.G. (2001). Dealing with adversity: Self-regulation, coping, adaptation, and health. In A. Tesser & N. Schwarz (Eds.) The Blackwell Handbook of Social Psychology: Vol. 1. Intrapersonal Processes. Malden, MA: Blackwell.

Cohrs, J. C., Christie, D. J., White, M. P., & Das, C. (2013). Contributions of positive psychology to peace: Toward global well-being and resilience. American Psychologist68(7), 590.
Fredrickson, B. L. (2001). The role of positive emotions in positive psychology: The broaden-and-build theory of positive emotions. American Psychologist, 56(3), 218-226.


Giménez, M., Vázquez, C. & Hervás, G. (2010). El análisis de las fortalezas psicológicas en la adolescencia: Más allá de los modelos de vulnerabilidad. Psychology, Society & Education, 2 (2), 97 – 116.


Haase, T., Pratschke, J. (2010). Risk and Protection Factors for Substance Use among Young People: A comparative study of early school-leavers and school-attending students. National Advisory Committee on Drugs.
Joseph, S. (2009). Growth following adversity: Positive psychological perspectives on posttraumatic stress. Psihologijske teme18(2), 335-344.
Lösel, F., & Farrington, D. P. (2012). Direct protective and buffering protective factors in the development of youth violence. American journal of preventive medicine43(2), S8-S23.
Moore, K., Stratford, B., Caal, S., Hanson, C., Hickman, S., Temkin, D., Thomson, J., Horton, S., Shaw, A. (2014). A Review of Research, Evaluation, Gaps, and Opportunities. Trends Child, 1-111.
Organización Mundial de la Salud. Constitución. Geneva: Organización Mundial de la Salud. 1947; p. 1-2
Park, N. (2004). Character strengths and positive youth development. The Annals of the American Academy of Political and Social Science591(1), 40-54.
Park, N., Peterson, C. & Seligman,, M. E. P. (2004). Strengths of character and well-being. Journal of Social and Clinical Psychology, 23, 603-619.

Park, N., Peterson, C., & Sun, J. K. (2013). La psicología positiva: investigación y aplicaciones. Terapia psicológica31(1), 11-19.
Park, N., Peterson, C., Seligman, M. E. (2004). Strengths of character and well-being. Journal of social and Clinical Psychology23(5), 603-619.
Peterson, C., & Seligman, M. E. P. (2004). Character strengths and virtues: A classification and handbook. New York: Oxford University Press/Washington, DC: American Psychological Association
Reilly, J. M., & Gravdal, J. A. (2012). An ecological model for family violence prevention across the life cycle. Fam Med44(5), 332-335.
Salanova Soria, M., Llorens Gumbau, S. (2016). Hacia una psicología positiva aplicada. Papeles del Psicólogo37(3), 161-164
Sanmartín, J. (2000): La violencia y sus claves. (4ta ed). Barcelona. Ed Ariel, 13-21.

Seligman, M. E. P. (2009). Special Lecture. Documento presentado en Primer Congreso Mundial de Psicología Positiva. International Positive Psychology Association, Philadelphia (Pennsylvania).

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Tweed, R. G., Bhatt, G., Dooley, S., Spindler, A., Douglas, K. S., Viljoen, J. L. (2011).

Tweed, R. G., Bhatt, G., Dooley, S., Spindler, A., Douglas, K. S., & Viljoen, J. (2011). Youth violence and positive psychology: Research potential through integration. Canadian Psychology, 52, 111-121. DOI: 10.1037/a0020695

Varea, A., Manuel, J., & Castellanos Delgado, J. L. (2006). Por un enfoque integral de la violencia familiar. Psychosocial Intervention15(3), 253-274.
Vázquez, C. y Hervás, G. (2009) (Eds.), La ciencia del bienestar: Fundamentos de una Psicología Positiva. Madrid: Alianza Editorial

Waldinger, R. J. (2002). The Study of Adult Development. United States of America. Fonte: http://hr1973. org/docs/Harvard35thReunion_Waldinger. pdf.
Wied, M., Branje, S. J. T. y Meeus, W. H. J. (2007). Empathy and conflict resolution in friendship relations among adolescents. Aggressive Behavior, 33, 48-55.


domingo, 13 de mayo de 2018
Por Marisol Perez

Reseña del Espacio: La confidencialidad en el trabajo con adolescentes



El pasado 28 de mayo se llevó a cabo el 1er. Espacio para el Análisis Crítico de la Psicología en las instalaciones de Foco Rojo. Nuestro evento que tiene la finalidad de generar un espacio periódico para que profesionales, estudiantes de psicología y de otras ciencias afines, conozcan los avances de la psicología basada en evidencia, a través de análisis crítico de artículos científicos y trabajos de investigación, abordó en su edición pasada el tema de “La confidencialidad en el trabajo con adolescente”.

viernes, 1 de julio de 2016
Por Foco Rojo

Espacio para el Análisis Crítico de la Psicología

Objetivo

Generar un espacio periódico para que profesionales, estudiantes de psicología y de otras ciencias afines, conozcan los avances de la psicología basada en evidencia, a través de análisis crítico de artículos científicos y trabajos de investigación.

Dinámica de los espacios 

El evento consistirá en la discusión a modo de foro abierto del tema en cuestión con la siguiente dinámica:

  1. Previo a la asistencia se recomienda a los participantes leer al menos uno de los artículos que se comparten para enriquecer la discusión.
  2.  El evento iniciará con la exposición del tema, que durará aproximadamente 15 minutos.
  3. Posteriormente se realizará la discusión entre los asistentes durante un espacio de 30 minutos.
  4. Se resumirá las posturas abordadas y se llegarán a conclusiones.
  5. Se sugerirán temáticas para las próximas sesiones de los espacios.

El espacio se repetirá de forma periódica con la intención de abordar nuevas temáticas en cada sesión.

Tema del Mes:

 

"La Confidencialidad en el Trabajo con Adolescentes"

 

Fecha: Sábado 28 de Mayo de 2016
Hora: 17:00 hrs.
Precio: Evento Gratuito
Lugar: Instalaciones de Foco Rojo: Centro de Psicología Aplicada
Calle 47 No. 506 por 62 y 64 Centro. Barrio de Santa Ana.
CP. 97000, Mérida, Yucatán, México.

Descarga los artículos que hablan del tema:


https://drive.google.com/open?id=0B0Nb0DcyiTkmOGxKRDJCamVxYnc
  

Confirma tu asistencia


 
https://docs.google.com/forms/d/159xvTzaEpvsvNt6QAlWwzFFmedWL1RtUgP5Sqzo3Iu4/viewform






lunes, 23 de mayo de 2016
Por Foco Rojo

La Psicología como Ciencia: Un recorrido por su desarrollo

La frase “psicología y ciencia” suele causar gran controversia, pues existen diversas posturas y opiniones sobre el valor que tiene la psicología como ciencia. Por lo que es conveniente, poder entender del tema y generar nuestra propia opinión, para esto es conveniente realizar un breve recorrido histórico de la psicología y de sus  características como ciencia.



Históricamente existen dos paradigmas contrarios sobre la consideración o no, de la psicología como ciencia;, por una parte, los que la consideran una ciencia es debido a su método científico, mientras que por otro lado, la postura de los positivistas tiende a desvalorizar a la psicología, por tratarse de una disciplina cuyo objeto de estudio es muy amplio y difícil de someter a una comprobación empírica.

Pero ¿Cuál ha sido el desarrollo histórico de la psicología? Y ¿cómo se percibe en diferentes regiones?.

Recordemos que el desarrollo de la psicología comienza en Estados Unidos con estudios sobre la inteligencia y el desarrollo intelectual de los niños, dando paso al auge de los psicoterapeutas, mismos que tuvieron que ganarse su lugar para ser diferenciados de los psiquiatras, como ocurre hasta la actualidad. En 1920, la psicología comenzaba a ejercerse por personas que no tenían formación en el área, dando origen a las malas prácticas y como consecuencia a los programas de certificación. De esta forma durante la segunda guerra mundial la psicología comienza a posicionarse en el área de reclutamiento y examinación de los soldados por personal certificado en el área. Al final de la guerra, la psicología comienza a involucrándose en el área escolar, laboral, clínica, generando competencia con otros profesionales y como consecuencia, los psicólogos tuvieron que delimitar las funciones de su profesión (Cautin, Freedheim y Deleon, 2012).

En contraste en América Latina ha sido más lento el  desarrollo, iniciando en la mitad del siglo pasado con los primeros programas de entrenamiento profesional en 1947 y 19848 (Ardilla 2004). Así el camino de la  psicología en América Latina se orienta la investigación de problemas relacionados con el desarrollo social, enfatizando en trabajos prácticos que solucionen problemas del contexto social del momento, de igual forma los psicólogos latinoamericanos buscan entender al hombre, describirlo, comprenderlo y explicarlo (Ardilla 2004).

Así en el siglo XX la investigación en América Latina se centró en la psicometría., en la actualidad el campo de investigación de la psicología es amplio, incluyendo las áreas menos tradicionales como psicología jurídica, psicología de la salud, psicología deportiva, psicología ecológica y ambiental, (Ardila, 2004).

Con este breve recuento, se observa como el desarrollo de la psicología ha ido a la par con el contexto histórico y cultural, ya que se observa la diferencia del desarrollo en Estados Unidos y América Latina, en cada uno atendido a necesidades propias del  contexto.

Partiendo de la idea que en la psicología se hace investigación, esta entraría dentro de la clasificación de las ciencias sociales, existiendo tres métodos principales para generar investigaciones: el método cuantitativo, cualitativo y mixto. Todos comparten los pasos básicos del método científico (Hernández Sampieri, Fernández-Collado, y Baptista Lucio, 2010; Lafuente Ibañez y Marin Egoscozábal, 2008), sin embargo, aquí surge la controversia, pues aunque cuenta con un método cientifico, el objeto de estudio en las ciencias sociales es el ser humano, e incluye factores subjetivos difíciles de investigar con el paradigma positivista, por lo que las ciencias sociales se han vinculado tradicionalmente con la metodología cualitativa (Ballesteros y García,1995).

Debido a lo anterior una forma de contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la psicología como ciencia, es formar profesionales que sepan hacer investigación científica de forma adecuada, iniciando desde definir adecuadamente el objetivo y objeto de estudio para elegir la metodología adecuada. En este aspecto resulta importante la elección de la metodología, pues de esta forma se estaría contribuyendo a generar investigaciones de calidad que contribuyan al desarrollo de la psicología y a disminuir las malas prácticas.

Retomando la importancia del objeto de estudio de la psicología, resulta importante recalcar que al trabajar con personas en las investigaciones además de tener un sustento metodológico adecuado, deben regirse por principios éticos.

Tal como propone Sánchez Vázquez (2008), “El psicólogo al encontrarse en una relación asimétrica con las personas que atiende, es su responsabilidad el cuidado de esta relación, el psicólogo como profesional en el área debe equilibrar la relación con las personas que atiende siempre guiándose por el digno trato a las personas”. 



Para esta guía ética de la profesión, La American Psychological Association (2010), señala que los códigos éticos que rigen la actividad de los psicólogos, deben aplicarse en todo momento, en las actividades que forman parte de su rol científico, educativo y en el ejercicio profesional. 

En México cumpliendo con lo propuesto por la American Psychological Association, surge el Código ético del psicólogo, que tiene las  siguientes características: a)Garantizar la protección de los usuarios del servicio de psicólogos, b) vincular explícitamente las normas que prescriba con principios generales, c)apoyar a la mayoría de las áreas de aplicación de la psicología, d) ofrecer apoyo al psicólogo tanto en la toma de decisiones como para educar a terceros (Sociedad Mexicana de Psicología, 2009). 

Bajo la misma línea de ideas en Yucatán el Colegio de Psicólogos de Yucatán A.C  (2010) recomienda que la labor profesional del psicológo se rija por principios éticos como la honestidad, legitimidad y moralidad, siempre en beneficio de la sociedad y promoviendo valores que propicien una vida digna, justa e igualitaria.

Sin embargo, tal como se ha mencionado, la psicología se encuentra aún en una constante lucha por su reconocimiento y aun falta para lograr una verdadera  consolidasión en México, lo que se refleja en la falta de acuerdo para crear asociaciones de profesionales que se encarguen de vigilar que todos los profesionales en el área de la psicología cumplan con la certificación adecuada y sobre todo, que como parte de la formación profesional se promueva la importancia de regirse por un código ético, formando psicólogos que además de contar con una formación académica de calidad, cuenten con la formación personal adecuada para ofrecer un servicio de calidad y que beneficie a la sociedad.

Como conclusión, se debe tener en cuenta que es importante el método científico para la consolidación de la psicología y contribuir a las buenas prácticas. Así, la investigación en psicología además de ser útil para el desarrollo de nuevas teorías, es parte fundamental para la consolidación de la misma, pues es una forma de evidenciar que aunque no es una ciencia exacta, se puede hacer investigación con el sustento científico adecuado.

Sin embargo considero que cada profesional deberá formarse su propio criterio sobre la forma de abordar la psicología, siempre respaldándose con una metodología adecuada a las condiciones y contexto de su objeto de estudio. Por otra parte debe tenerse en cuenta que el desarrollar investigaciones para fortalecer a la psicología, deben tener siempre como eje rector los principios éticos, que aunque en la actualidad en México no existen mecanismos legales bien definidos y específicos para sancionar  la mala practica de los psicólogos , considero que las escuelas y universidades que forman a los futuros profesionales, deben ser una plataforma de utilidad para formación de profesionales éticos. Sobre todo, por que en psicología el objeto y sujeto de estudio siempre serán las personas. 

Referencias

ResearchBlogging.org

       American Psychological Association. (2010). Principios éticos de los psicólogos y código de conducta. Recuperado de http://www.proyectoetica.org/descargas/normativas_deontologicas/APA%202010.pdf.

Ardila, R. (2004). La Psicología Latinoamericana: El Primer Medio Siglo. Revista     Interamericana de Psicología, 38 (2), 317-322

Ballesteros, S., y García, B. (1995) El método de la psicología. En S. Ballesteros, y B., García (Eds.), Procesos psicológicos básicos (pp. 29-43). Madrid: Editorial Universitas.

Cautin, R., Freedheim, D. y Deleon, P. (2012). Psychology as a Profession. En B. Weiner,  Graham,  y  Naglieri, J. (Eds.), Handbook of Psychology, Volume One, History of Psychology (2nd Edition), (pp.). EEUU: Editorial Board.

Colegio De Psicólogos Del Estado De Yucatán, A.C. (2010). Código De Ética Profesional Del Psicólogo. Propuesta Preliminar. Yucatán, México. Recuperado de http://psicologosdeyucatan.org/pdf/informe/propuestacodigo.pdf 

Hernández Sampieri, R., Fernández-Collado, C. y Baptista Lucio, P. (2010). Metodología de la investigación (5ª Ed.). México: McGraw-Hill.  Cap. 1 y 5.

Lafuente Ibáñez, C., & Marín Egoscozábal, A. (2008). Metodologías de la investigación en las ciencias sociales: Fases, fuentes y selección de técnicas. Revista Escuela de Administración de Negocios, 64, 5-18

Sánchez Vázquez, M. (2008). Ética y profesión: la responsabilidad en términos de Prudencia responsable. El caso de la psicología. Fundamentos en Humanidades. Universidad Nacional de San Luis – Argentina., 17, 145-161


Sociedad Mexicana de Psicología. (2009). Código ético del psicológo. México: Trillas.


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