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Violencia Sexual Contra La Mujer ¿Moda O Realidad?


VIOLENCIA SEXUAL CONTRA LA MUJER ¿MODA O REALIDAD?

M.P.A.C. María del Mar Carballo Lara

A lo largo de la historia, la mujer ha estado en una lucha constante, para ser escuchada y participar en la toma de decisiones a nivel social, que sean tomados en cuenta sus derechos como ciudadanas y como seres humanos.

Así escuchamos en la actualidad el tema Empoderamiento femenino, donde diferentes sectores de la población muestran su postura al respecto, unos con más o menos información al respecto, pero existen posturas a favor y los detractores que no consideran un tema relevante.

Iniciemos por entender el concepto empoderamiento, según la Real Academia Española empoderamiento se refiere a la acción y efecto de empoderar, es decir a “Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido” (Real Academia Española, 2001).

Partiendo de esta definición, podríamos pensar que es algo sencillo de lograr, sin embargo para entender el proceso del “Empoderamiento femenino”, debemos tomar en cuenta el contexto histórico y social, pues  a las mujeres se les ha hecho pensar que ellas son menos fuertes, inteligentes, capaces o poderosas que los hombres, cuando no es así. La mentalidad y cultura machistas que por años han desfavorecido a las mujeres, han traído como consecuencia el lento desarrollo de las mujeres en los distintos ámbitos de la sociedad (Gobierno de México S/F). Por lo que al hablar de empoderamiento femenino, tenemos que hablar de una larga historia en México y el mundo, para que las mujeres tengan el espacio que merecen en la sociedad.

Sin embargo, también se debe de delimitir ¿qué aspectos si se considera que promueven este empoderamiento? y otros son simplemente un intento de, de acuerdo a lo que propone la  Organización de las Naciones Unidad, desde el área de ONU Mujeres(s/F) , donde se promueve la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, delimita que para este último se deben promover los siguientes elementos: 1) la igualdad de género en todos los niveles, 2) tratar a hombre y mujeres de forma equitativa, 3) velar por la salud, seguridad y bienestar de todas y todos los trabajadores, 4) promover la educación, formación y desarrollo profesional de las mujeres.

Con estos ejes prioritarios de acción desde instancias como ONU Mujeres, se han propuesto líneas a seguir para la promoción del empoderamiento femenino, con programas a nivel mundial que promueven estas acciones en el sector empresarial, salud, etc.

Ubicándonos en el caso de Latino América y México sobre el empoderamiento femenino, observamos como en los últimos años ha ganado fuerza y se han realizado acciones a nivel social y desde el sector gubernamental como las reformas en el 2017 a la Ley General De Acceso De Las Mujeres A Una Vida Libre de Violencia (Diario Oficial De la Federación, 2017)

En las prácticas en la sociedad, aún podemos ser testigo en México de actitudes, pensamientos y creencias machistas que predominan en la sociedad mexicana, dificultando esta lucha por el empoderamiento femenino.

Recordemos el último caso viral en las redes sociales y medios de comunicación, donde la actriz Karla Souza denuncia una violación por parte de un productor México y otras famosas como Sofía Niño De Rivera, revelan casos similares, donde se expone la violencia y abuso sexual en los medios de comunicación en México. Así bajo el #Hashtag #MeeToo las redes sociales y medios de comunicación  dieron a conocer dichos casos, abriendo el tema de discusión sobre todo en las redes sociales sobre el tema

Como resultado, el reflejo del inicio de esta campaña en México, reiteró la predominancia de la cultura machista en México. Estas mujeres, al igual que otras en el mundo, no solo comparten sus casos y lo denuncian, si no que se exponen a los prejuicios sociales sobre el tema y así la opinión  juzga a las víctimas con preguntas como: ¿por qué no denuncio antes? ¿Qué hizo ella para merecer esto?, “seguro así son todas”. En lugar de preguntarse ¿por qué el agresor pudo hacerlo? ¿Qué se puede hacer para qué no pase de nuevo?

Cabe recalcar que aunque en México, aún se intenta posicionar esta campaña, existen otros movimientos en redes sociales, donde se invita a las mujeres a denunciar el abuso sexual, como el movimiento #MeToo en los Estados Unidos de América y sus reflejos en otros países, como protesta contra el acoso sexual y la violencia, mismo que surge como parte del movimiento #Time´s Up, en México el movimiento  #YoTambién al igual que , España y América Latina, entre otros lugares, #QuellaVoltaChe en Italia, #BalanceTonPorc en Francia y #Ana_kaman en los Estados Árabes. La mayoría de ellos iniciados y dirigidos por mujeres activistas.

Con la presencia de estos temas por las redes sociales y medios de comunicación, surgen opiniones encontradas, pues algunos siguen pensando que en México no pasa nada y que toso por que “está de moda” y como todas las modas, es algo pasajero. Reflejando parte de la “normalización” de la cultura mexicana sobre estas conductas.

Sin embargo las estadísticas más recientes parecen demostrar que  la violencia a la mujer y en especial la violencia sexual, es un problema real y que va en incremento. De acuerdo con cifras del INEGI (2017), 66 de cada 100 mujeres han sido víctimas de violencia emocional, física, sexual, económica, patrimonial, y de discriminación laboral, misma que ha sido ejercida por la pareja, el esposo, el novio, algún familiar, compañero de escuela o del trabajo, alguna autoridad escolar o laboral o bien por personas conocidas o extrañas. De igual forma observamos que de acuerdo a  la  Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH,2016) señaló que la violencia contra las mujeres es más frecuente en la vida en pareja  (43.9% fueron agredidas por ella en algún momento de su vida marital, de convivencia o noviazgo); sin embargo, a ella le sigue la violencia en los espacios públicos o de uso común (38.7%), en donde las mujeres denunciaron que la violencia sexual (intimidación, acoso, abuso o violación sexual) destacó de entre los actos de violencia más frecuentes.

Como se observa con estas cifras se observa como la violencia contra la mujer sigue siendo un problema en México, pues lejos de disminuir se ha incrementado, observando un incremento en la violencia de índole sexual, siendo los puntos más preocupantes la violencia sexual a las mujeres por parte de sus propia parejas, así como la ejercida en espacios públicos. En el primero se observa que es un delito de índole privado donde solo están la mujer y su pareja supuestamente confiable, en el otro caso lo preocupante es que al realizarse en espacios públicos, podría ser que otras personas de la sociedad sean testigos, pero tampoco hacen algo al respecto.

Así en el  2016, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas publicó el estudio “Las otras Víctimas” invisibles en el que dio a conocer que de 2010 a 2015 se registraron casi tres millones de casos de violencia sexual, el estudio agrega que 90% de las víctimas son mujeres, 60% de las violaciones ocurren en el hogar y 60% de las violentadas conocían a su agresor). El mismo reporte señala que de las 83 mil averiguaciones previas iniciadas para investigar el delito, solo diez de cada mil agresores son consignados ante el MP para iniciar un proceso penal.  Con estas cifras, también se observa que existe un problema real con respecto a las consecuencias legales, ya que son pocas mujeres las que deciden denunciar y de las pocas que denuncian, son pocos casos donde procede la investigación.

Entonces, surge otra pregunta, ¿por qué las mujeres no denuncian lo delitos sexuales? o ¿por qué siguen con sus victimarios, si a los conocen? Para entender esta situación, tenemos que conocer las características de las mujeres víctimas de violencia.

Desde un punto de vista histórico, la dificultad para la comprensión y el reconocimiento de la violencia hacia las mujeres ha sido estructurada a partir de dos procesos básicos: 1) invisibilización, donde se hace referencia a la percepción que se tiene sobre las consecuencias de la violencia, donde durante  la mayor parte de la historia solamente se consideraron los daños materiales producidos por la violencia y no los daños psicológico y emocionales. El segundo es la naturalización de la violencia,  se apoya básicamente en algunas construcciones culturales, mismas que promueven las jerarquías y discriminación de lo “diferente”, lo que pude traer como consecuencia que sea más probable que se promueva en las instituciones como la familia, ciertos modelos de conducta que promueven la violencia contra la mujer como algo “normal”  (Corsi, 2012).

Además del factor social, tenemos el factor de las características de las víctimas, de acuerdo a las investigaciones sobre las características que comparten las mujeres víctimas de violencia o de violencia sexual, se encuentra que(Organización Mundial de la Salud, 2017  : Las mujeres que tienen un nivel de instrucción bajo, han estado expuestas a actos de violencia de pareja contra sus madres, han sido objeto de malos tratos durante la infancia, han vivido en entornos en los que se aceptaba la violencia, los privilegios masculinos y la condición de subordinación de la mujer corren un mayor riesgo de ser víctimas.

Esto entonces ayuda a entender que la responsabilidad no recae sobre las víctimas o sobre los que cometen el delito, también la sociedad que promueve las estructuras de poder machistas, contribuyen a este problema “normalizando” ciertas formas de violencia contra la mujer y fortaleciendo los estereotipos que hacen que las mujeres no denuncien.

Esto trae consecuencias a nivel social y económico, parte de las consecuencias en las mujeres víctimas de violencia, es que pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas, falta de cuidados en sus hijos (OMS, 2017)

Con la evidencia presentada se observa que la violencia a la mujer es una realidad en la actualidad y no solo en la sociedad mexicana, también a nivel mundial, a raíz de esto se han generado movimientos desde la sociedad civil y organizaciones para apoyar a las mujeres en este proceso y “empoderarlas” para hacer algo en contra de los hombres agresores.

En el marco de esta realidad, hoy 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la mujer la ONU, toma la decisión que el tema de este año, sea:  “Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres”. Sumándose así a un movimiento mundial por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres.  Como evidencia de este movimiento, se observa como el acoso sexual, la violencia y la discriminación contra las mujeres han acaparado los titulares y el discurso público, con una creciente determinación a favor del cambio

Este cambio incluye una agenda de trabajo, donde se busca promover acciones  que contribuyan a la denuncia de la violencia contra la mujer, incluyendo la sexual, por lo que se busca promover cambios  para tomar acciones legales reales contra los responsables de estos actos y sobre todo, promover  grupos de apoyo para las mujeres víctimas de violencia sexual, para que sepan que no están solas y sobe todo evidenciar que no son las únicas que pasan por esta situación.

Así en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la mujer, queda en manos de la sociedad hacer uso de los medios de comunicación, redes y grupos sociales, para informar sobre la situación real de la violencia sexual sobre las mujeres e México y seguir uniendo esfuerzos para implementar acciones para prevenir este tipo de violencia.

REFERENCIAS


Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (2016) La otras víctimas. Recuperado de: https://www.gob.mx/ceav/archivo/articulos

Corsi, J, 2012, La violencia hacia las mujeres como problema social. Fundación mujeres

 http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/obrasportales/op_20120308_01.pdf

Diario Oficial De la FederacióN ( 2017). Ley General de Acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. Recuperado de : http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV_220617.pdf

Encuesta Nacional, sobre  la Dinámica de las relaciones en los hogares. Recuperado de: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2017/endireh/endireh2017_08.pdf

Gobierno de México (S/F). ¿Qué es el empoderamiento de las mujeres y por qué es importante?. Recuperado de: https://www.gob.mx/mujeressinviolencia/articulos/que-es-el-empoderamiento-de-las-mujeres-y-por-que-es-importante

Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed.). Madrid, España: Auto

INEGI (2017) Violencia contra la mujer, recuperado de: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/violencia2017_Nal.pdf

ONU Mujeres (s/f). Empoderamiento femenino. Recuperado de: http://www.unwomen.org/es/about-us/about-un-women.

Organización Mundial de la Salud (2017). Violencia contra la mujeres, recuperado de: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs239/es/

¿Porque las mujeres se quedan en una relación abusiva?



Una de las preguntas que nos hacemos típicamente cuando nos enteramos de un caso de violencia de pareja es "¿porque una mujer abusada decidiría quedarse con su pareja?" Aún incluso luego de que sus familiares, amigos y profesionales les aconsejan salir de la relación. Lamentablemente muchas veces la mayoría de la gente se hace esta pregunta con la idea subyacente de "¿porque les gusta ser abusadas?".

Esta misma pregunta se hizo Meyer (2012) a la cual dio un poco de luz en un interesante artículo publicado. Ella aborda esta pregunta desde la perspectiva de una toma de decisiones basada en el género. Esta perspectiva argumenta que hombres y mujeres tienen diferentes estilos cognitivos para su toma de decisiones. Mientras que los hombres toman decisiones basadas en el egocentrismo y beneficio propio, las mujeres tienden a tomar desiciones basadas en los beneficios que estas decisiones traerán hacia sus seres queridos cercanos (como por ejemplo, sus hijos). De antemano, esta perspectiva ya nos da un poco de idea de las posibles razones.

En una serie de entrevistas a profundidad realizadas a 29 mujeres que había sufrido de violencia de pareja (y que en el tiempo del estudio se encontraban separadas de su pareja), se encontraron al menos dos grandes razones: el impacto que tiene la decisión en los hijos, y la dependencia económica que se tiene de la pareja.

Con respecto al impacto que tiene la decisión en los hijos, Meyer comenta que muchas de las mujeres entrevistadas relatan como el percibir del riesgo en la relación les hace decidir si dejar o no ésta. Por ejemplo, cuando la mujer cree que aún tiene posibilidad para defender a sus hijos de su pareja agresora, tenderá a permanecer en la relación, sin embargo, en el momento en el que ella se percata de que su pareja no sólo representa un riesgo para ella, sino también para sus hijos, y que además ve cada más poder defender a sus hijos de la situación, tenderá a buscar la forma de salir de la relación con sus hijos y buscar ayuda,

Por otro lado, la dependencia económica también juega un papel muy importante. Meyer comenta que muchas mujeres permanecen en la relación, aun queriendo salir de ella, básicamente porque carecen de los recursos financieros suficientes para comenzar una nueva vida (o al menos una vida estable) para ella y sus hijos. Muchas mujeres relatan que aunque meses atrás ya habían decidido salir de relación, no lo hicieron porque no tenían sus documentos importantes con ella, y porque no contaban con el dinero suficiente para salir a vivir de forma independiente. Y no fue sino hasta que buscaron los medios para conseguir estas dos condiciones, que no se dio el paso final para dejar la relación.

La información proporcionada por el estudio de Meyer si bien es bastante básica, da una buena luz sobre el razonamiento que tienen las mujeres al momento de decir continuar en una relación abusiva. Y esta información es muy importante. Lejos de simplemente saciar nuestra curiosidad del porque sucede este fenómeno, no hay que dejar de lado su aplicabilidad. Muchos profesionales que tratan casos de violencia de pareja (sea que se dediquen a ello o no) en ocasiones ven sus consejos infructíferos al ver que la mujer decide continuar en la relación o incluso regresar, lo que muchas veces se traduce en una disminución de la motivación para seguir con el caso en cuestión. Desde esta perspectiva que presenta Meyer, hay que tomar en cuenta las variables acosiadas a la decisión de permanecer en la relación, ya que en la medida de que los profesionales lo tomemos en cuenta, podremos brindar un servicio mejor con una mayor comprensión a apoyo. Y esto último no es poco, pues se ha encontrado que cuando las mujeres abusadas se sienten comprendidas y apoyadas (y no responsabilizadas por ser agredidas) mejor pronostico tendrá el caso, existirá una mayor probabilidad de que deje la relación, y de que se continúe con el tratamiento psicológico recomendado por el especialista.

Sin duda la información que proporciona Meyer es de gran utilidad. La cuestión es recordarla al momento de atender casos de violencia de pareja. Y por supuesto, también difundirla, pues no hay peor acción que hacer sentir a un mujer abusada culpable y responsabilizada de ser víctima de su agresión, y al difundirlo, ayudamos a cambiar la visión de que una mujer que se queda en la relación lo hace porque le gusta ser agredida.

P.D... Si quieren conocer las razones desde la perspectiva de una mujer víctima de violencia por su pareja, les recomiendo ver la TED-Talk de Leslie Morgan "Why domestic violence victims don't leave", donde explora desde su punto de vista, otras razones por las que las mujeres continúan en una relación violenta.


Referencias

ResearchBlogging.org

Meyer, S. (2012). Why women stay: A theoretical examination of rational choice and moral reasoning in the context of intimate partner violence Australian & New Zealand Journal of Criminology, 45 (2), 179-193 DOI: 10.1177/0004865812443677

¿Qué le hace falta a los programas de prevención de violencia contra las mujeres?


“Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿Cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa”.
Eduardo Galeano (1998)
Q.E.P.D (1940-2015) 

Mi recomendación de esta semana, está inspirada en un capítulo titulado “Curso básico de racismo y machismo” del libro de Eduardo Galeano, “Patas Arriba, la Escuela del Mundo al Revés” en el cual el autor retrata de una manera realista y hasta con humor, (como sólo él sabía hacerlo), como a través de la historia en todo el mundo se ha instituido el machismo como una forma de someter a lo considerado débil genéticamente: las mujeres.

Por decir algunas cosas en la historia, las mujeres siempre han estado en desventaja en un mundo hecho por y para hombres. El martillo de las brujas, un manual sobre la inquisición escrito en 1546 dedicó una gran parte de sus páginas a justificar el castigo a las mujeres y su inferioridad biológica, de igual forma las únicas que eran perseguidas por brujería y mandadas a la horca eran mujeres. Así mismo, en la Biblia y en la mitología griega las mujeres siempre fueron maltratadas. Eva hizo que nos echarán del paraíso y Pandora destapó la caja que lleno al mundo de desgracias. Darwin reconoció algunas características en las hembras, como la intuición, pero detalló que eran virtudes características de las “razas inferiores”.

Eduardo Galeano (1998) sintetiza en un párrafo lo que es la violación sexual, que retomó para dar pie al texto que les recomiendo esta semana sobre la violencia sexual y la violencia infligida por la pareja contra las mujeres.  Galeano comenta:
“Y las violaciones, ¿No son acaso ritos que por la violencia celebran ese derecho? El violador no busca ni encuentra placer: necesita someter. La violación graba a fuego una marca de propiedad en el anca de la víctima, y es la expresión más brutal del carácter fálico del poder, desde siempre expresado por la flecha, la espada, el fusil, el cañón, el misil y otras erecciones. En México se viola a una mujer cada 9 minutos”. 

El texto de esta semana es un documento que habla sobre la prevención de la violencia sexual y la infligida por la pareja contra las mujeres, publicado por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (2011).

En efecto, se han hecho esfuerzos, sin embargo existen programas implementados para prevenir estos tipos de violencia carentes de evidencia científica que nos lleven a asegurar que han sido eficaces en la disminución de las conductas violentas hacia las mujeres.


El objetivo del documento es ofrecer datos de programas eficaces y efectivos de violencia infligida por la pareja y la violencia sexual, así como dar elementos para coadyuvar con los que toman decisiones en políticas públicas en la materia y para la justicia penal. Con ello, fortalecer el campo de prevención de estas formas de violencia para que se complementen los programas actuales de salud y de prevención social que puedan dar respuesta al problema.

Los autores brindan opciones de cómo fortalecer los programas de prevención brindando un marco teórico de referencia, basado en datos científicos poblacionales (epidemiología) y el enfoque de trabajo de salud pública que se basa en el modelo ecológico.

Con el análisis de algunos programas implementados en el mundo, hacen referencia a las elementos que hacen falta por observar en los programas (indicadores de evaluación) y como llevarlos a ser eficaces.

Considero que los siguientes puntos no deberían pasar por alto, según lo propuesto por los autores son:

  1. El documento enfatiza que es más conveniente que los programas de prevención se basen en evidencia científica, consideren implementarlos desde la prevención primaria, utilizando el enfoque de salud y el modelo ecológico para observar cómo operan los factores de riesgo y protección en el problema de la violencia infligida por la pareja y la violencia sexual. 
  2. Algunas de las perspectivas que deben tomarse en cuenta en el desarrollo de estos programas son: la perspectiva de género, la de derechos humanos, la de justicia penal, la de salud pública y la perspectiva del ciclo vital. 
  3. El proceso que propone es el sistemático basado en evidencia, el cual se compone de las siguientes fases: definir el problema, investigar por qué ocurre el problema, explorar maneras de prevenir el problema y difundir la información. 


Conclusión 


En el texto se habla de las encuestas de victimización como herramientas útiles para recoger información directa de las víctimas, sin embargo, me hubiera gustado que el texto indagara en la forma de como enriquecer estas encuestas, ya que estoy de acuerdo en lo que menciona el documento sobre ello, en cuanto  que este tipo de técnicas son las más utilizadas: pero no debe olvidarse que se enfrentan a la deseabilidad social del entrevistado y a las bajas tasas de revelación, lo cual puede sugerir que los resultados no siempre son fiables, pero hasta el momento no se menciona que otra forma de recolección de datos podría disminuir la problemática anterior o de que otra forma se podría realizar.

Considero que deberíamos potencializar la utilidad de los registros administrativos del sector salud, es decir, sistematizar la información brindada por aquellas mujeres atendidas en las clínicas, centros de salud, hospitales que llegan con evidencia de haber sido violentadas física, psicológica o sexualmente y que muchas de estas mujeres no proceden a denunciar estos problemas y por lo tanto se acrecienta la cifra negra y que nos lleva a no confiar plenamente en las estadísticas judiciales al respecto.

El texto en cuestión, propone la consideración de los factores sociales y culturales para la elaboración de los programas, entre ellos las relaciones de poder, las construcciones jerárquicas de la masculinidad y la desigualdad estructural de género.

Considera la perspectiva del ciclo vital como una forma de indagar en los factores de riesgo y protección asociados al problema, que como plantea el texto suelen ser diferentes en cada etapa de desarrollo, enfocándose a prevenir desde las edades más tempranas. De igual forma, se hace énfasis en poner esfuerzos en mecanismos válidos y confiables de evaluación de los programas, con el objetivo de ofrecer evidencia científica sobre la disminución de las conductas violentas hacia las mujeres para próximos programas y con ello fortalecer las bases de datos científicos sobre el problema.

Finalmente, debemos dejar de considerar la implementación de estrategias que aunque bien intencionadas, carecen de elementos de efectividad como lo es, la ausencia de marcos teóricos de referencia, de datos solidos sobre los que justifiquen el problema, sin evaluación y sin relación con la educación sobre la equidad de género.


Referencias

ResearchBlogging.org Butchart, A., García-Moreno, C., & Mikton, C. (2011). Prevención de la violencia sexual y violencia infligida por la pareja contra las mujeres. Organización Panamericana de Salud y Organización Mundial de la Salud: Washington.

Galeano, E. (1998). Patas arriba: la Escuela del mundo al revés. 10ª reimpresión. Siglo XXI Editores: México. 

Violación y Relaciones de poder (Parte I)

La violación que deja de ser un acto sexual para convertirse en un acto de poder (Parte I)



“Durante mucho tiempo y aún en la actualidad, la violación se tomó como un derecho, el “jus primae noctis” o “derecho de pernada”, se difundió en el Medievo, no como un delito sino como la facultad o ganancia de disponer de las mujeres que son consideradas como propiedad de los señores feudales” (Olvera, 1987: 22 citado por Tzompantzi, 2007). En México, este derecho fue heredado por los españoles a los hacendados o caciques y consistía en reclamar a un peón a su servicio, que se casaba, el disfrutar sexualmente de la novia en la noche de bodas, antes que él.

Hasta finales del siglo XIX, la violación sexual era un crimen contra la propiedad de los hombres. Las mujeres después de una gran lucha, fueron reconocidas como ciudadanas, con derechos y capacidades. Desde entonces el atentado sexual es problema “supuestamente” femenino. Y es el único delito cuya prueba requiere, además de investigar los hechos, husmear en la historia íntima, pasada y presente de quien sufrió el daño. (Hercovich, 1997 citado por Tzompantzi, 2007).

Al parecer la violación en nuestro país es un caso fantasma, a pesar de que este crimen existe desde hace muchos años, la investigación, la información, la educación, la legislación y la atención insuficiente e inadecuada hace que se generen muchas dudas con respecto a este suceso creando mitos alrededor de la violación y revictimizando a la mujer que sufrió ese delito, haciéndola responsable tanto de la violación como de la prevención y la solución. El problema con la violación es que, aún en la actualidad se ve como un acto sexual motivado por las necesidades reprimidas de un individuo, pero como señala Groth y Birnbaum (1980), la violación es la expresión sexualizada del poder y la ira. La violación es un acto pseudosexual, complejo y multideterminado, pero que comprende temas de hostilidad (ira) y control (poder) más que de pasión (sexualidad).

La cultura patriarcal en la que vivimos cimienta el poder masculino en la represión de la sexualidad femenina y el sometimiento de las mujeres. Esta visión del mundo y de las relaciones entre las personas, favorece que algunos hombres consideren a las mujeres como su propiedad, incluida su sexualidad, que puede ser usada cuando ellos quieran. Así, el coito forzado se convierte en la reafirmación del poder,  la autoridad de los hombres y la represión de las mujeres (Rich, 1996: 4).

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres (INSP-SSA, 2006), 12.7% de las mujeres usuarias de los servicios de salud encuestadas mencionaron haber sufrido violencia sexual alguna vez en su vida. Existen marcadas diferencias en la prevalencia de la violencia sexual en el país, que reportan de sus diferentes estados, un rango que va desde 7.1% en Aguascalientes hasta 21.2% en Sinaloa. Jalisco, Colima, Durango, Estado de México, Nayarit, Michoacán, y Tabasco, los cuales  presentan mayor porcentaje de mujeres víctimas, ya que entre el 19.5% y el 15.5% de las mujeres han sufrido algún abuso sexual en algún momento de su vida.

En la Encuesta Nacional de Salud  Reproductiva (2003), del total de mujeres que fueron obligadas a tener relaciones sexuales, 13.7% mencionaron que esta situación ocurrió cuando eran menores de 10 años y el 65% entre los 10 y 20 años de edad.  Por otro lado, la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres (INSP-SSA, 2003) señala que 7.6% de las mujeres entrevistadas reportaron haber sufrido abuso sexual antes de los 15 años, siendo el agresor casi siempre alguien conocido: el padre (7.2%), el padrastro (8.2%), algún otro familiar (hombre) (55.1%) o el novio (3.4%). De igual forma, no hay que olvidar que los niños y jóvenes junto con las mujeres son víctimas de abusos sexuales

En nuestro país la violación es un hecho más común de lo que se imagina y solo una pequeña parte de estas violaciones son denunciadas ante las autoridades.

Actualmente, la Dirección General de Política y Estadística Criminal del Distrito Federal nos dice que en promedio al día se presentan 1.4 averiguaciones previas del delito de violación. Cifra que parece no reflejar la realidad, ya que estudios del Secretariado de Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública nos dicen que durante el año 2012 se presentaron 843 comisiones de este delito en el Distrito Federal y 14, 050 a Nivel Nacional (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2013).

Son raros los casos en que mujeres y niños recurren a la justicia para denunciar la violencia sexual, y cuándo lo hacen se les revictimiza, lo que quiere decir que las tratan con recelo, apatía y falta de respeto, además de que  los casos en donde se condena a los agresores, resultan pocos.

Aunque debe reconocerse que se ha avanzado en el campo de la atención a víctimas del este tipo de delito. Y es que “el interés por las víctimas se extiende cada día más y no parece ser simplemente una “moda” intelectual, sino que se ha convertido en un campo profesional y de conocimientos en expansión, que se agrupa bajo la etiqueta de la “victomología” (Echeburúa, 2010: pág 15).

Entre las instituciones especializadas en la atención de estos casos, figuran: En el Distrito Federal se encuentran:


  1. El Centro de Terapia de Apoyo a Víctimas de Delitos Sexuales en donde ofrecen atención psicológica, medica, trabajo social, asesoría y asistencia jurídica de forma gratuita. 
  2. La Dirección General de Atención a Víctimas del Delito la cual proporciona orientación y asesoría jurídica a las víctimas y ofendidos del delito en el orden federal, promueve que se garantice y haga efectiva la reparación del daño e interviene para que se les proporcione atención médica, psicológica y asistencial, mediante programas y acciones específicas, de manera directa o en colaboración con las unidades administrativas de la propia institución, así como con organismos públicos federales, estatales, municipales y organizaciones de la sociedad civil.
  3. El Centro de Apoyo Sociojurídico a Víctimas de Delito Violento brinda a las personas apoyo terapéutico, de trabajo social, acompañamiento, asesoramiento y tiene especialidad en atender a víctimas de secuestro y de tortura. 


No cabe duda que la creación de estas instancias significan un paso gigantesco en el mejoramiento de la atención a víctimas, pero aún queda mucho camino por recorrer, pues se necesita formar especialistas en la materia, seguir fomentando en la sociedad la conciencia de denunciar los delito y la confianza en las autoridades; finalmente, vale la pena resaltar que aunque se logren formar teóricamente a los especialistas necesarios, estos tienen que tener sensibilidad y empatía hacia las personas que llegaran a solicitar los servicios, pues lo que tienen que encontrar es un ambiente reconfortante, en el cual puedan sentirse  seguros y seguras, en confianza para poder hablar de un hecho tan traumático y romper así el ciclo  no la revictimización que se vive en la actualidad.

Referencias


ResearchBlogging.org
Tzompantzi, M. (2007). La opinión de los hombres con respecto al fenómeno de la violación sexual de las mujeres. (Tesis de Licenciatura) Universidad   Nacional Autónoma de México.

Instituto Nacional de Salud Pública, & Secretaría de Salud (2003). Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres 2003 ENVIM Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres 2003 ENVIM

Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. (2013). Incidencia Delictiva del Fuero Común 2012. Recuperado  de : http://www.secretariadoejecutivosnsp.gob.mx/work/
models/SecretariadoEjecutivo/Resource/131/1/images/CIEISP2012_DICIEMBRE_200213.pdf.
sábado, 7 de marzo de 2015
Por Unknown

Reeducar a los Hombres que Ejercen Violencia: ¿Realmente funciona?



La violencia hacia la mujer es una problemática social que afecta a mujeres alrededor de todo el mundo. Especialmente, la violencia hacia la pareja, suele ser una de sus manifestaciones con mayor frecuencia; sólo en México, en 2011, el 47% de las mujeres de 15 años y más sufrieron algún episodio de violencia por parte de su pareja (INEGI, 2013). Este problema está considerado como el principal obstáculo para lograr la igualdad de género, y su erradicación, sigue siendo uno de los desafíos más importantes de nuestra época.

Desde el surgimiento de la lucha por la disminución de la violencia hacia la mujer, los programas de prevención y atención estuvieron centrados en la víctima. Es recientemente, hace unos 10 años aproximadamente, que las miradas empezaron a enfocarse en el origen real del problema, en aquellos que ejercen las acciones violentas: lo hombres. A lo largo de todo este tiempo, se han desarrollado programas para su reeducación con diferentes enfoques, perspectivas y metodologías como una estrategia novedosa para la erradicación de las desigualdades de género, pero cuya efectividad, hasta el día de hoy, ha sido cuestionada.



Debido al estado de la efectividad de estas acciones, Espinosa, Giménez-Salinas, y Pérez (2013), realizaron una evaluación a un programa penitenciario  de reeducación de hombres condenados por violencia hacia la pareja aplicado en varios estados europeos. El estudio se realizó con un grupo experimental y un grupo control, la muestra experimental estuvo compuesta por 635 participantes y el grupo control por 135 personas. Se aplicaron alrededor de 10 instrumentos pre y post tratamiento que medían diferentes variables relacionadas a la violencia de pareja. Posteriormente, se realizó un análisis del grupo experimental por separado y fue comparado con los resultados del grupo control (se redujo la muestra experimental a un número proporcional y con características homogéneas al grupo control para su comparación).

Estos son las áreas con mejorías significativas del grupo experimental por separado (efectividad del programa).
  1. Atribución de responsabilidad. Los resultados indicaron niveles significativos de cambios después del tratamiento en el sentido de un mayor reconocimiento del delito y de la propia responsabilidad en el mismo.
  2. Sistema de creencias. Los participantes mostraron significativamente menos pensamientos sexistas. Se observaron cambios en la disminución de los pensamientos y las manifestaciones hostiles sobre la supuesta inferioridad de la mujer. Así mismo, los celos patológicos mostraron una clara disminución.
  3. Abuso emocional. Los análisis mostraron una disminución significativa en el control excesivo, la indiferencia hostil y las estrategias de dominación e intimidación de los hombres sobre la pareja.
  4. Resolución de conflictos. Los hombres que participaron en el programa aumentaron significativamente sus estrategias de negociación al resolver conflictos de pareja y disminuyeron sus estrategias de agresión psicológica y lesiones.
  5. Ira. Los datos mostraron que los hombres exteriorizan menos su ira y son capaces de controlarla en mayor medida y por consiguiente, la expresan de forma menos hostil hacia los demás.
  6. Personalidad. Los hombres del programa mostraron significativamente menor impulsividad y temeridad y una mayor empatía.

Estos resultados sobre la efectividad del programa fueron complementados con el análisis de la comparación entre el grupo experimental y el grupo control, para comprobar que los resultados anteriores no se debieron al azar y sí, por el tratamiento. Se encontró una relación significativa con las siguientes variables.
  1. Atribución de la responsabilidad
  2. Sistema de creencias sexistas.
  3. Impulsividad

Adicionalmente se encontraron diferencias (aunque no estadísticamente significativas) es las variables de abuso emocional y control y expresión de la ira.

En conclusión, se puede observar que los programas de reeducación de hombres que ejercen violencia hacia su pareja pueden ser significativamente eficaces, siempre que se realice con una metodología sistematizada.

Otro de los aciertos de este tipo de programas es que inciden sobre variables importantes para la disminución de la violencia de género, esto es, sobre la atribución de la responsabilidad y la reestructuración de los sistemas de creencias hegemónicas sobre la masculinidad y feminidad. Una de las principales consideraciones en el trabajo con hombres es que este, debe tener el objetivo de lograr que los hombres se responsabilicen de su ejercicio de violencia, ya que  se considera que la violencia de género (y por tanto, hacia la pareja),  no  son  una  “enfermedad”  o  una  cuestión  del  “ser”  de  los  hombres, sino  que  es  una  cuestión  del  “hacer”. Si  se  considerara  la  violencia  de género como una enfermedad o trastorno mental, los hombres  no  serían  responsables  de  ejercer  violencia,  pues lo  sería  debido  a   su condición, algo sobre lo que no pueden controlar.  Existen diversos estudios que avalan que la violencia es aprendida, por lo tanto es algo que pueda desaprenderse, de allí que el trabajo se  base en reeducar a los hombres y en hacerlos responsables de sus acciones. Así mismo, el tema de la violencia  de pareja y de género  tienen  su  origen  en  la  construcción hegemónica de la masculinidad y feminidad, por lo tanto, la reeducación va en ese mismo sentido: en reestructurar su masculinidad

Este  trabajo  con hombres desde lo individual es importante, pero,  evidentemente,  es  insuficiente.  Es  necesario  que  los  sistemas  sociales,  políticos  y  económicos contemplen  cuestiones  de  género y que la política  pública  se incluya  la  prevención,  atención  y  erradicación  de  la  violencia  de  familiar, doméstica y de género como un eje importante. Solo así las acciones individuales tendrán una repercusión a nivel comunitario.

Referencias 

ResearchBlogging.orgRamírez, M., Giménez-Salinas Framís, A., & de Juan Espinosa, M. (2013). Evaluación de la eficacia del programa de tratamiento con agresores de pareja (PRIA) en la comunidad Psychosocial Intervention, 22 (2), 105-114 DOI: 10.5093/in2013a13

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