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¿Porqué ocurre la Violencia Sexual?
La sexualidad humana ha sido objeto de estudio a lo largo de diferentes períodos históricos y a través de diversos enfoques como el biológico, social, cultural, psicológico, legal etc. Estas perspectivas coinciden en que la conducta sexual es tan variada como la cultura, los rasgos de personalidad y otros factores que definen la conducta del ser humano.
Tal como ocurre al hablar de las conductas humanas, para entenderlas deben tomarse en cuenta una serie de factores. No se llega a un acuerdo con respecto a lo que es la “normalidad” y la “anormalidad”, sin embargo, al hablar de conductas sexuales se llega a la conclusión que existen conductas patológicas, mismas que se caracterizan por afectar el desarrollo social del individuo.
Existen otro tipo de conductas sexuales que pueden considerarse antisociales, estas en ocasiones pueden convertirse en conductas delictivas penadas por la ley (Soria, Hernandez, 1994). Cabe aclarar que no todas las conductas sexuales patológicas incluyen conductas antisociales, así como no todas las conductas antisociales son tipificadas como un delito.
Dentro de la diversidad de conductas sexuales consideradas como antisociales, se encuentra la violencia sexual. En la definición de este término se encuentran inmersos valores culturales, normas sociales, derechos humanos, roles de género, iniciativas legales y de delito, los cuales evolucionan con el tiempo. De acuerdo a las conclusiones del Informe Mundial sobre la violencia y la salud, en el informe sobre las perspectivas globales de la violencia sexual (Centro Nacional de Recursos sobre la violencia sexual, 2005), la violencia sexual se define como:
“Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo (Jewkes, Sen y Garcia-Moreno, p. 161, 2002)”.
A nivel mundial, nacional, internacional y local la violencia sexual ha sido un tema prioritarios, generando así investigaciones y programas que ayudan a entender esta conducta, a prevenirla y a tratar de sobre llevar las consecuencias de las víctimas y victimarios.
La violencia sexual se considera de alto impacto, debido a las consecuencias en la víctima directa, los familiares y al mismo tiempo las consecuencias en el victimario, pues es una conducta que además de que puede ser penada por la ley, la sociedad también la juzga y etiqueta a ambos, a la víctima y el victimario.
Otro factor por el que resulta un tema prioritario es que la mayoría de las veces resulta difícil resarcir el daño ya que además de las consecuencias físicas, existen consecuencias psicológicas que son complicadas de sobrellevar.
En este sentido una de las metas principales con respecto a la violencia sexual es, conocer la motivación del victimario e incluso poder identificar características comunes en estos para poder prevenir estas conductas.
Para entender las motivaciones individuales la psicología se ha dado a la tarea de generar teorías explicativas desde diferentes enfoques, mismas que se abordarán a continuación.
Desde el enfoque tradicional de la psicopatología, la violencia sexual se entiende como una desviación sexual. Desde este enfoque clásico clínico del agresor sexual, el objeto de estudio se centra en conocer al agresor y la necesidad de encontrar características intrapsiquicas individuales como determinantes de esta agresión (Soria, Hernandez, 1994).
En cuanto a las teorías del comportamiento humano, estas proponen que en la violencia sexual existe un reforzamiento, sin embargo, su aportación más importante ha sido en cuanto al estudio científico de este comportamiento (Soria, Hernandez, 1994). Al respecto los estudios actuales de índole transcultural, han demostrado la diversidad de conductas sexuales aunadas a la variedad de perspectivas y posturas respecto a estas desde el contexto de la diversidad cultural, como los rituales de paso, etc. (Soria, Hernandez, 1994). Recalcando con esto la importancia de la contextualización cultural para entender la conducta sexual humana.
Desde las teorías psicologicas, se establece la diferencia entre los comportamiento “normales” y “anormales” o patológicos y explicando, las disfunciones sexuales para establecer su tratamiento (Ibáñez Peinado, 2012) . Esta perspectiva se centran en el concepto propueso por Freud de libido (deseo, ganas). Freud toma este concepto de Albert Moll (fundador de la sexología moderna), reconociendo la dificultad de definir este concepto, asignandole una carácter cualitatitvo y cuantitativo definiendola como: “La energía considerada como una magnitud cuantitativa de las pulsiones que tienen relación con todo con lo que puede relacionarse con la palabra amor (Ibáñez Peinado, 2012)”.
En este sentido, desde la teoría psicoanálita la sexualidad hace referencia a una serie de excitaciones y de actividades existentes desde la infancia, que producen un placer que no puede reducirse a la satisfacción de una necesidad fisiológica fundamental, si no que se encuentra relacionada también con el denominado amor sexual. (Ibáñez Peinado, 2012). Para entender las teorías explicativas de la violencia sexual es necesario entender la sexualidad humana, tomando en cuenta factores del contexto histórico, social, individual y conductual. Las teorías actuales coinciden en una explicación multicausal, donde tienen que tomarse en cuenta varios factores para entender las conductas sexuales (Soria, Hernandez, 1994).
El estudio de los factores que deben tomarse en cuenta para entender la sexualidad humana, resulta relevante pues solo a través de estudios en diversas culturas y contextos, podrían identificarse los factores comunes en la conducta sexual y sobre todo en la violencia sexual, favoreciendo el conocimiento de la dinámica para implementar medidas efectivas para la prevención y atención de esta conducta.
La violencia sexual puede caer dentro de la clasificación de un delito sexual; este legalmente se define de la siguiente forma, Tomando en cuenta el Código Penal del Estado de Yucatán, se entiende como delito, toda conducta humana activa u omisiva, antijurídica, típica, imputable, culpable, punible y sancionada por las leyes penales (Diario Oficial del Gobierno del Estado de Yucatán, 2011). Esta definición delimita la gama de conductas y la forma de diferenciar una variación en la conducta sexual y lo que se tipifica como delito de índole sexual. En Yucatán y en general en México y el mundo, la delincuencia sexual resulta de gran impacto por su baja denuncia, de igual forma, se consideran de mayor gravedad, debido a que incluye las consecuencias físicas y psicológicas que trae este delito a las víctimas, afectando no sólo el honor, sino también la integridad y la dignidad como persona; por lo que, si bien se afecta la libertad de la elección sexual, las víctimas viven esos sucesos como atentados a su privacidad, a su intimidad, a su físico y a su identidad en forma integral, de igual forma afecta a los que los rodean (Familia y amigos) (Burgos, 2009).
Retomando los puntos abordados previamente, los delitos de índole sexual, no se deben exclusivamente a un factor, consisten en una serie de factores causales que llevan al sujeto a cometer esta conducta penada por la ley. Por otro lado la mayoría de los delitos de índole sexual son cometidos con violencia, este componente agrava la conducta y por ende la pena así como la disminución del pronóstico de éxito para la readaptación y prevención de la reincidencia (Pueyo y Redondo, 2007).
Debido a lo anterior, se recomienda que los delitos de índole sexual deben abordarse desde un enfoque integrador, incluyendo el trasfondo social y la psicología de quienes delinquen, resulta importante considerar las variables individuales, pues aunque el individuo es un producto de la influencia ambiental, no deja por eso de ser alguien diferente del resto, con motivaciones propias y peculiares (Jiménez, 2009). La teorías explicativas de la violencia sexual, pueden servir de guía para estudiar los factores individuales, así como los factores de la personalidad que motivan la agresión y comisión de delitos sexuales.
Por lo tanto desde el punto de vista individual, si se toma en cuenta que la conducta sexual delictiva es una conducta concreta del individuo, expresión de su relación con la víctima en un lugar (espacio) y en una fecha (tiempo) determinados, la dificultad del delincuente gira en torno a aceptar la ley, lo que implica dificultades en el desarrollo de su personalidad y desde la perspectiva social significa una alteración, violación o transgresión de la norma establecida (Romi, 1995). Como conclusión, a lo largo de este texto se recalca el hecho de que la conducta sexual humana no tiene una explicación única, es algo multifactorial, por lo tanto la violencia y delitos de índole sexual deben interpretarse bajo un enfoque multifactorial.
Resulta necesario que los expertos en el área tengan claros los enfoques desde el punto de vista psicológico que pueden explicar estas conductas, ya que de esta forma se pudieran generar estrategias efectivas para la prevención. Po último considero que además de conocer las teorías explicativas desde la psicología, para hacer interpretaciones de delitos sexuales o conductas sexuales, es necesario el estudio de la sexualidad humana, área que en ocasiones se olvida al momento de tratar de explicar estas conductas.
Referencias

Jiménez, P. (2009). Características psicológicas de un grupo de delincuentes sexuales Chilenos a través del Test Rorschach PSYKHE, 18 (1), 27-38
Pueyo, A. A.,, & Redondo, S. (2007). La predicción de la violencia Papeles del Psicólogo, 28 (3), 145-146
Romi, J. C. (1995). Reflexiones sobre la conducta sexual delictiva Revista de psiquiatría forense, sexología y praxis. De la Asociación Argentina de psiquiatría
Burgos, A. (2009). El ofensor sexual y su abordaje psicológico forense en Costa Rica Revista digital de maestría en ciencias penales de la Universidad de Costa Rica
Centro Nacional de Recursos sobre la Violencia Sexual (2005) Conclusiones del Informe Mundial sobre la violencia y la salud. Recuperado de: http://www.nsvrc.org.
Diario Oficial (2011). Título tercero de los delitos y las responsabilidades. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión: Autor.
Ibáñez Peinado, J. (2012). Psicología e investigación criminal, la delincuencia especial. Madrid: Dykinson.
Soria, M. A., & Hernández, J. A. (1994). El agresor sexual y la víctima. Barcelona: BOXIAREU Universitaria.
sábado, 11 de abril de 2015
Por Unknown
Reeducar a los Hombres que Ejercen Violencia: ¿Realmente funciona?
La violencia hacia la mujer es una problemática social que afecta a mujeres alrededor de todo el mundo. Especialmente, la violencia hacia la pareja, suele ser una de sus manifestaciones con mayor frecuencia; sólo en México, en 2011, el 47% de las mujeres de 15 años y más sufrieron algún episodio de violencia por parte de su pareja (INEGI, 2013). Este problema está considerado como el principal obstáculo para lograr la igualdad de género, y su erradicación, sigue siendo uno de los desafíos más importantes de nuestra época.
Desde el surgimiento de la lucha por la disminución de la violencia hacia la mujer, los programas de prevención y atención estuvieron centrados en la víctima. Es recientemente, hace unos 10 años aproximadamente, que las miradas empezaron a enfocarse en el origen real del problema, en aquellos que ejercen las acciones violentas: lo hombres. A lo largo de todo este tiempo, se han desarrollado programas para su reeducación con diferentes enfoques, perspectivas y metodologías como una estrategia novedosa para la erradicación de las desigualdades de género, pero cuya efectividad, hasta el día de hoy, ha sido cuestionada.
Debido al estado de la efectividad de estas acciones, Espinosa, Giménez-Salinas, y Pérez (2013), realizaron una evaluación a un programa penitenciario de reeducación de hombres condenados por violencia hacia la pareja aplicado en varios estados europeos. El estudio se realizó con un grupo experimental y un grupo control, la muestra experimental estuvo compuesta por 635 participantes y el grupo control por 135 personas. Se aplicaron alrededor de 10 instrumentos pre y post tratamiento que medían diferentes variables relacionadas a la violencia de pareja. Posteriormente, se realizó un análisis del grupo experimental por separado y fue comparado con los resultados del grupo control (se redujo la muestra experimental a un número proporcional y con características homogéneas al grupo control para su comparación).
Estos son las áreas con mejorías significativas del grupo experimental por separado (efectividad del programa).
- Atribución de responsabilidad. Los resultados indicaron niveles significativos de cambios después del tratamiento en el sentido de un mayor reconocimiento del delito y de la propia responsabilidad en el mismo.
- Sistema de creencias. Los participantes mostraron significativamente menos pensamientos sexistas. Se observaron cambios en la disminución de los pensamientos y las manifestaciones hostiles sobre la supuesta inferioridad de la mujer. Así mismo, los celos patológicos mostraron una clara disminución.
- Abuso emocional. Los análisis mostraron una disminución significativa en el control excesivo, la indiferencia hostil y las estrategias de dominación e intimidación de los hombres sobre la pareja.
- Resolución de conflictos. Los hombres que participaron en el programa aumentaron significativamente sus estrategias de negociación al resolver conflictos de pareja y disminuyeron sus estrategias de agresión psicológica y lesiones.
- Ira. Los datos mostraron que los hombres exteriorizan menos su ira y son capaces de controlarla en mayor medida y por consiguiente, la expresan de forma menos hostil hacia los demás.
- Personalidad. Los hombres del programa mostraron significativamente menor impulsividad y temeridad y una mayor empatía.
Estos resultados sobre la efectividad del programa fueron complementados con el análisis de la comparación entre el grupo experimental y el grupo control, para comprobar que los resultados anteriores no se debieron al azar y sí, por el tratamiento. Se encontró una relación significativa con las siguientes variables.
- Atribución de la responsabilidad
- Sistema de creencias sexistas.
- Impulsividad
Adicionalmente se encontraron diferencias (aunque no estadísticamente significativas) es las variables de abuso emocional y control y expresión de la ira.
En conclusión, se puede observar que los programas de reeducación de hombres que ejercen violencia hacia su pareja pueden ser significativamente eficaces, siempre que se realice con una metodología sistematizada.

Este trabajo con hombres desde lo individual es importante, pero, evidentemente, es insuficiente. Es necesario que los sistemas sociales, políticos y económicos contemplen cuestiones de género y que la política pública se incluya la prevención, atención y erradicación de la violencia de familiar, doméstica y de género como un eje importante. Solo así las acciones individuales tendrán una repercusión a nivel comunitario.
Referencias

sábado, 28 de febrero de 2015
Por Unknown