Por Unknown sábado, 28 de marzo de 2015

Nota del autor: Las conclusiones presentadas a continuación se derivan de un breve análisis del discurso en tres testimonios de víctimas de violación, para un mayor acercamiento al método y análisis de los testimonios, ponerse en contacto con la autora. 


La cultura mexicana en la actualidad responsabiliza a las mujeres de los actos cometidos por los hombres hacia ellas, haciéndose evidente la relación de poder en cualquier nivel del abuso sexual. Existen víctimas con mayor riesgo de sufrir violencia, como las mujeres jóvenes, aisladas socialmente, dependientes económica y emocionalmente de sus parejas desde edades tempranas o las mujeres consumidoras de drogas o frecuentadoras de ambientes marginales, con antecedentes de maltrato. . Existen situaciones específicas, como la ruptura reciente de pareja protagonizada por la mujer o las condiciones de un divorcio conflictivo en relación con el régimen económico o la custodia y el régimen de visitas de los hijos, que propician la aparición de conductas violentas. Sin embargo  estos no son los únicos factores determinantes para que una mujer tenga mayor probabilidad de ser víctima, es necesario que se conjunten varios factores, como características personales o de su rutina de vida,. Desde esta perspectiva, el único responsable de las conductas violentas hacia la mujer, es  el agresor (Echeburúa, 2010:135). 

Actualmente las prácticas jurídico-penales se encuentran  orientadas a la denuncia, al aislamiento y en último término, al encarcelamiento masivo y prolongado de maltratadores y violadores. Esto refleja que los modelos actuales de prevención, tienen se fundamenta en  el control de los fenómenos delictivos. Los autores consideran que dichas estrategias punitivistas resultan poco realistas e ineficaces. Pues pese al empleo intensivo de estas estrategias, no se ha  logrado reducir ni el número de asesinatos de mujeres o las tasas de denuncia por maltrato, ni las agresiones sexuales extra o intrafamiliares.

“Prevención, es un término desgastado, más por usarlo indebidamente y retóricamente, que por hacerlo realidad mediante acciones concretas” (Echeburúa, 2010:237).
Hacer prevención significa emprender actuaciones de diversos tipos (educativas, sociales, de ayuda social y económica, de mejora urbanística), que tengan como objetivo, y que logren  disminuir las agresiones contra las mujeres. Esto último es muy importante: las acciones preventivas no se identifican y se justifican por su mera intención, sino por sus resultados, que deben poder ser evaluados. 

Aunque es evidente que la variable del sexo condiciona la prevalencia de los delitos y de las conductas violentas, en realidad tanto en varones como en mujeres es pequeña la proporción de personas que llevan a cabo comportamientos violentos graves y reiterados. Lo anterior quiere decir que,  más allá del factor del sexo, son las características individuales las que finalmente condicionan el comportamiento violento delictivo.

Aunque la mayoría de los esfuerzos de prevención se han enfocado en las mujeres, enseñarles estrategias de autoprotección como  no salir solas y a defenderse, está prevención seguirá siendo inútil para eliminar la violencia sexual, pues las mujeres seguirán siendo responsables de un acto que es cometido contra ellas y no se realizan esfuerzos para que se modifique al generador de violencia, que en la mayoría de los casos es un hombre (Tzompantzi, 2007: 61).

La prevención debería estar encaminada a una constitución de los programas de prevención que integren las relaciones de poder como eje transversal de las acciones cometidas por los agresores sexuales. Actualmente, se les da tratamiento terapéutico para tratar de encontrar como se desato su “desviación sexual”, pero solo basta con mirar  los expedientes carcelarios y resulta evidente que no todos los violadores fueron víctimas de violación, de hecho muchos de ellos tenían una vida sexual dentro de los parámetros de la normalidad. Eran ciudadanos ejemplares, padres, esposos, hijos y tíos;, entonces, ¿Qué los llevó a cometer esos tipos de actos violentos en contra de otra u otras personas?. Es evidente que buscaban llenar algo que les hacía falta en sus vidas diarias, y la respuesta, bien pudo ser la necesidad de controlar y sentirse dueños de alguna situación o de que una persona hiciera lo que querían cuando ellos lo querían. 

Los esfuerzos de la prevención se consideran generalmente en términos de prevención primaria, secundaria y terciaria. La prevención primaria implica esfuerzos de reducir la incidencia de un problema entre una población antes de que ocurra. La meta de la prevención secundaria, ha sido identificar servicios que ayuden a reparar el daño causado por la violación sexual. La prevención terciaria implica tentativas de reducir al mínimo el curso del problema una vez se causó el daño, que en este caso implica la identificación de la violencia sexual, los perpetradores, del control del comportamiento y su efecto, castigo y o tratamiento para los autores, por lo tanto la prevención primaria está enfocada al trabajo con hombres, la secundaria a víctimas de la violación y la terciaria a perpetradores de violación. (Wolfe y Jaffe, 2002; Funk, 2006 citado por Tzompantzi, 2007: 62) 
Así  la prevención resulta efectiva cuando se usan una variedad de tácticas de manera conjunta. Teniendo en cuenta que  la prevención debe estar enfocada a parar la violación, esto solo es posible si se trabaja con hombres, pues el único factor de riesgo para ser victimario sexual es ser hombre, tener un pene y ocuparlo como arma para controlar y dominar a una mujer (Funk, 2006 citado por Tzompantzi, 2007: 63).

Los principales mensajes epidemiológicos, señalan que  el mayor predictor para ser víctima de violación es la condición de ser mujer, mientras que el mayor predictor de ser perpetrador sexual es ser hombre, pertenecer a una cultura y/o subcultura que condona la violencia y denigra los roles femeninos. 

Desde el ámbito social, la prevención puede estar enfocada a la legislación, dado que está, es una forma de prevención dirigida a la población en conjunto. El encarcelamiento de los victimarios los mantiene fuera de las calles para evitar que sigan cometiendo violaciones, pero la pregunta más importante en la legislación contra la violación es si la sanción legal desalienta la violación sexual de los hombres no convictos. La certeza de castigo es efectiva para reducir la tasa del crimen, sin embargo, la severidad del castigo no lo es. El castigo está muy lejos de ser una solución para la violación. En términos de prevención, el castigo apoya la reforma legislativa y la política para ejercer su cumplimiento y proceso legal, de tal  forma  que se tenga la seguridad sobre el castigo a perpetradores y delitos sexuales. El cumplimiento riguroso de las sanciones legales en contra de la violación, mostraron un sentimiento público con respecto a lo inaceptable que es la violación y en consecuencia influirá sobre las normas de comportamiento. (Swift, 1985 citado por Tzompantzi, 2007: 63).

La legislación encaminada a codificar la igualdad de las mujeres y sus derechos en los ámbitos educativo, político y social, es solo una parte de las estrategias de prevención integral para eliminar la violación. Otra estrategia puede ser el desarrollo de capacidades, estas técnicas están diseñadas para prevenir ser víctima. Tiene potencial para reducir significativamente la incidencia de victimización en ciertas poblaciones huésped.
Luchar y oponerse es reclamar para sí el poder que la mujer tiene, es un acto que las mujeres deben reproducir en todos y cada uno de los círculos de la interacción social (Switf, 1985 citado por Tzompantzi, 2007: 63). 

Una propuesta para este plan de intervención, sería que se  elimine el plan de estudios y prácticas educativas sexistas, que promuevan la subordinación. La prevención de la violación requiere de la intervención en las escuelas para no reproducir el sistema de opresión contra las mujeres, así como una educación no estereotipadas.

Se debe tomar en cuenta que ninguna de las estrategias antes mencionadas tendrá el éxito deseado para evitar la violación si se hace por separado. La prevención de la violación requiere cambios simultáneos en las instituciones políticas, económicas, educativas y sociales, así como un cambio de cada uno de los sujetos pertenecientes a una cultura. 
Cómo cualquier otro problema social, la solución no solo depende los afectados, sino de toda la sociedad pues los problemas del otro son problemas nuestros; queda claro que comenzamos a ser éticos cuando nos responsabilizamos más por el otro que por nosotros mismos.

Referencias 

Echeburúa, E. y. (2010). ¿Porqué víctima es femenino y agresor masculino? La violencia contra la pareja y las agresiones sexuales. Madrid: Psicología Pirámide.

Tzompantzi, M. (2007). La opinión de los hombres con respecto al fenómeno de la violación sexual de las mujeres. (Tesis de Licenciatura) Universidad   Nacional Autónoma de México.

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