Por Julio Vega sábado, 25 de julio de 2015



Hace unas semanas estaba trabajando en una base de datos para predecir reincidencia delictiva mediante modelos de regresión de Cox. Entre las variables que me pidieron incluir se encontraba la Nacionalidad. Definamos en el caso del análisis a la nacionalidad como una variable que solo puede tomar dos valores: Nacional o Extranjero. Resulta pues, que en mi precipitado planteamiento de hipótesis asumí que ser extranjero era un factor de riesgo que pudiese incrementar la probabilidad de que un agresor reincida. Me basaba en el supuesto de que la migración aumenta la delincuencia. Pues bien, estaba totalmente equivocado. La inmigración no solo es un factor de protección, sino que disminuye hasta en un 32% la probabilidad de que el agresor reincida (al menos en mi base de datos). Estos resultados que van contra nuestra intuición no hicieron más que darme curiosidad del porqué se obtuvieron dichos resultados. Así que me di a la tarea de revisar la literatura al respecto. Y sorprendentemente, existe una vasta literatura que relaciona la inmigración con la delincuencia; toda ella muy coherente y consistente.

Y es que verán, los resultados que obtuve no fueron extraños, sino realmente es lo que se debió haber esperado en un principio. Así es. Contrario a la creencia popular, la inmigración no aumenta la delincuencia, sino al contrario, se ha visto que altas tasas de inmigración disminuyen la violencia y delincuencia. Así es estimados lectores, Donald Trump no solo dice tonterías, sino que son tonterías que no se basan en hechos verdaderos y científicamente comprobados. De hecho, en un interesante capítulo publicado en el libro “The Oxford Handbook of Ethnicity, Crime, and Migration”, Martínez y Mehlman-Orozco (2013) hacen una invaluable revisión de artículos que han concluido que la llegada de latinos (especialmente mexicanos) a los Estados Unidos durante la década de los 90 no solo ayudo a la economía americana, sino que además está asociada con la caída de índices de criminalidad en ciudades como California, Miami o Chicago. O bien, los estudios que no sostienen esta hipótesis, simplemente han concluido que no existe relación entre la inmigración de latinos y la delincuencia. Es decir, existen pocas o nulas pruebas de que los mexicanos y latinos hayan aumentado la delincuencia en EUA, al contrario, la migración de nuestros paisanos disminuyó las tasas delictivas.

Incluso estos resultados son tan consistentes, que se ha concluido lo mismo a través de diferentes metodologías, desde estudios con encuestas hasta utilizando series temporales, pasando por sofisticados modelos de regresión para controlar otras variables que pudieran influir. Incluso, se ha visto que las tasas de delincuencia en ciudades con altas concentraciones de migrantes, son estadísticamente menores comparadas con ciudades con pocos migrantes. Y el efecto va desde delitos como robo, hasta los homicidios. Este fenómeno además no solo se ha visto en ciudades de los Estados Unidos, sino que también en otros países desarrollados como Canadá o en Europa.



Pero resulta que este fenómeno también cambia a lo largo de las generaciones. En otro capítulo del mismo libro, Berardi y Bucerius (2013) señalan un efecto generacional. Resulta pues, que indudablemente se ha visto que la inmigración no solo reduce las tasas de delincuencia, sino que los inmigrantes también tienen menores antecedentes delictivos que los nativos. Sin embargo, esto solo sucede con lo que llaman los autores “migrantes de primera generación”, es decir, aquellos que son los primeros de la familia en llegar a un nuevo país. Por el contrario, los “inmigrantes de segunda generación” o bien, los hijos de los migrantes de primera generación que nacieron en el país al que sus padres migraron, presentan tasas de delincuencia muy similares a los de las personas nativas del país. Aunque técnicamente, a pesar de ser hijos de migrantes, al haber nacido en el país migrado ahora los hijos no son extranjeros, sino nativos. Pero bueno, es interesante la distinción que señalan estas investigaciones del efecto generacional.

Para concluir, tomen en cuenta los siguiente: 1) la creencia de que la migración aumenta los niveles delictivos simplemente está asociado a nuestros prejuicios y discriminación que lamentablemente tenemos hacia los extranjeros, la ciencia de hecho ha demostrado el efecto contrario: la migración disminuye las tasas delictivas; 2) llama la atención que los hijos de migrantes tengan tasas delictivas similares a las de los nativos, lo que señala como una de las posibles causas de la delincuencia el contexto sociocultural de país y no por un efecto cultural asociado a costumbres extranjeras. Y 3) Si tienen dinero, creo que sería un buen detalle enviarle ese libro al señor Trump. Quizás la ciencia pueda ayudarle a ser una mejor persona. Ahora que si no lo quieren regalar, pueden quedárselo, es un libro altamente recomendable si les gusta el tema de la delincuencia y su asociación con la raza y la migración.

Referencias


ResearchBlogging.org Martinez, R., & Mehlman-Orozco, K. (2013). Latino/Hispanic Immigration and Crime. Oxford Handbooks Online DOI: 10.1093/oxfordhb/9780199859016.013.016

Berardi, L., & Bucerius, S. (2013). Immigrants and Their Children: Evidence on Generational Differences in Crime. Oxford Handbooks Online. : 10.1093/oxfordhb/9780199859016.013.011



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