Por Unknown sábado, 4 de julio de 2015

El estudio de la violencia y la delincuencia ha sido abordado desde diversos enfoques, algunos de ellos, se enfocan en saber si existe una relación o no entre los factores de personalidad y las conductas violentas, incluyendo el delito, por lo que  diversos investigares se han centrado en tratar de identificar la relación entre estas variables.

Lo que se ha demostrado hasta el momento, es que  las personas con trastornos de personalidad no son necesariamente violentas (Bartol, 1991; Hollin, 1999 en Ortiz-Tallo, Fierro, Blanca, Cardenal y Sánchez, 2006).  Entonces ¿Cómo se relacionan los trastornos de personalidad con los hechos violentos? Para contestar la pregunta, es necesario que  los psicólogo encargados de evaluar a presuntos responsables de hechos violentos ( o delitos) contemplen y rastreen indicadores que permitan descartar o diagnosticar algún trastorno de personalidad, pues dichas características, servirán para comprender mejor las conductas violentas que pudo haber realizado la persona.. En este sentido cobra mayor importancia esta evaluación al centrarnos en un contexto s jurídico o forense, ya que es importante desmitificar el hecho de que, si un presunto responsable tiene un trastorno de personalidad, es casi seguro que haya sido él responsable del hecho delictivo. 

Con el objetivo de analizar el mito antes mencionado, en esta entrada, describiré las características del  Trastorno de Personalidad Narcisista con rasgos paranoides, haciendo hincapié en los componentes del trastorno que pueden relacionarse con conductas violentas, para ejemplificar que existen factores que pueden aumentar la probabilidad de que una persona con dicho trastorno pueda cometer actos violentos, pero lo anterior, no es necesariamente una regla.


Descripción del trastorno

La personalidad narcisista ha sido estudiada desde hace mucho desde diferentes enfoques. Sin embargo, el Trastorno de Personalidad Narcisista (TPN) fue introducido por Kohut en 1968 y desarrollado por Kernberg en 1975, siendo estos dos autores los que estudiaron a fondo la patología narcisista. Según sus investigaciones, los sujetos con trastorno narcisista de la personalidad se caracterizan por una excesiva absorción en sí mismos, ambición intensa, fantasías de grandiosidad, necesidad de ser admirados por sus cualidades y falta de empatía. Son sujetos que presentan sentimientos crónicos de aburrimiento, vacío e incertidumbre acerca de su identidad y en su relación con los demás se caracterizan por la explotación de los otros y sentimientos de envidia, defendiéndose contra tal envidia, mediante la devaluación, la omnipotencia y el control de los demás (Trechera, Millán Vásquez de la Torre y Fernández Morales, 2008).

Sus estudios y el interés de los psicólogos y psiquiatras por este trastorno, hacen que en 1980 la Asociación Americana de Psiquiatría, la incluya en su clasificación de enfermedades mentales. Así, aparece el trastorno narcisista de la personalidad como trastorno específico en el DSM-III (1980), el DSM-III-R (1987) y el DSM-IV (1994), incorporado al eje II en donde se describen los diversos trastornos de la personalidad (Trechera, Millán Vásquez de la Torre y Fernández Morales, 2008).
Con la publicación del DSM-V, se emitieron los nuevos criterios que deben tomar en cuenta los psicólogos y psiquiatras al momento de realizar su diagnóstico. En esta nueva edición del manual, el TPN se encuentra agrupado dentro de los Grupo B de los trastornos de personalidad, junto con la personalidad límite, antisocial e histriónica. El manual contempla que este trastorno se caracteriza por un patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los siguientes criterios (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013):

1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos).

2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.

3. Cree que es “especial” y único, y que sólo  puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.

4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.

5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas).

6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para sus propios fines).

7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.

8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.

9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.

Según las investigaciones realizadas en torno a este trastorno, Kernber (2010) distingue tres niveles de gravedad:  

Nivel leve: estarían aquellos pacientes cuyos síntomas les permiten ser funcionales, presentando solamente problemas frente a las relaciones duraderas, ya sean profesionales o personales.

Nivel moderado: encuentran los casos cuyos síntomas son los clásicos del síndrome narcisista con las manifestaciones clínicas señaladas en el DSM-V. Pueden llegar a ser funcionales, pero sus síntomas complican su interacción y sus relaciones interpersonales. 

Nivel grave: son los pacientes que presentan síntomas próximos a personas con un funcionamiento límite. Además de las manifestaciones típicas del trastorno narcisista presentan falta de tolerancia a la ansiedad, falta de control de impulsos, déficit en sus capacidades sublimatorias, son personas con fracasos en su profesión y en el trabajo, así como en las relaciones de pareja duraderas. 

Ahora bien, la presencia de rasgos paranoides en una persona con TPN puede considerarse esperado, pues se ha demostrado que es posible la presencia de pensamientos y conductas que cumplan ambos criterios, sin embargo, al momento de diagnosticar, se debe tomar en cuenta aquellas pautas de personalidad que dominen en el individuo y que presenten una mayor prevalencia, intensidad, temporalidad y grado de afectación (Kernber, 2010). 

¿Cuándo se dice que una personalidad tiene ciertos rasgos? Esto pasa cuando existen indicadores que sugieren la presencia de un trastorno, sin embargo, no cumplen los criterios para tenerlo. Es decir, una persona con rasgos paranoides, puede presentar momentos aislados, detonados por eventos significativos, de desconfianza y suspicacia sobre las acciones de las personas que lo rodean, sin que tenga fundamentos; de igual forma presenta dudas injustificadas sobre la lealtad y confianza, de sus amigos y parejas, tendiendo a malinterpretar comentarios o acciones sin malicia que puede interpretar como ataques o envidia hacia su personal (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013). 

En cuanto a las expresiones de violencia asociado al TPN  y a los rasgos de personalidad paranoide, se sostiene que las personas con estos tipos de trastornos tienden a presentar ataques de ira intensa, asociada a sospechas o a la intolerancia a la frustración y el enfado intenso por recibir un trato diferente al esperado. Desde el punto de vista dimensional, los rasgos de la personalidad que más tienden a la violencia son la impulsividad, la regulación afectiva deficiente, el narcisismo y el paranoidismo. 

Tomando en cuenta que las personas con personalidad narcisistas tienen una necesidad de admiración, son arrogantes y sensibles hacia cualquier tipo de rechazo o desprecio y que son incapaces de reconocer los sentimientos ajenos, puede provocar que su soberbia, y su desmedido afán de notoriedad, provoquen reacciones violentas en respuesta a una herida en su ego, que habitualmente anteponen a las necesidades y derechos de los demás.  Las víctimas de los actos violentos de estas personas suelen ser conocidas, pues distintas facetas del narcisismo, como el autoritarismo y la explotación de los otros, están fuertemente relacionadas con la agresión. De igual forma, el TPN puede estar presente en los agresores en  distintos tipos de violencia de pareja y en ellos, está asociada a características paranoides (Stone, 2005; Russ, Shedler, Bradley y Westen, 2008; Logan, 2009).

En el caso de personas con rasgos de personalidad paranoide, por lo general suelen atribuir a los demás actitudes o intenciones hostiles, son desconfiados y suspicaces, hipersensibles a desprecios, con tendencia a atribuir intenciones aviesas, no olvidan un insulto y siempre están listos para la ira y el contraataque Se trata habitualmente de varones de 40-50 años, que se muestran conductas violentos contra personas conocidas de las que sospechan o por las que se sienten traicionados o cuyas acciones interpreta como un ataque. Su motivación puede estar fundamentalmente mediada por la venganza, el rencor, los sentimientos de humillación, la vergüenza o los celos. Las conducta violenta cometida habitualmente de forma solitaria y se justifican como acciones ineludible, en cumplimiento de un deber, y, por ello, ausencia de arrepentimiento, sin intentar huir. Por lo general  ocurren tras provocaciones mínimas (desaires reales o imaginarios) (Stone, 2005;  González-Guerrero, 2007; Novaco, 2010).

Discusión 

En este punto, cabe la pregunta ¿Son las personas con trastornos de personalidad más violentas que las que no tiene uno? Con base a lo expuesto anteriormente, puede decirse que la combinación de un TPN y de rasgos paranoides, podría incrementar el riesgo de conductas violentas (Nestor, 2002). Sin embargo, no todas las personas con trastornos de personalidad son violentas, aunque existe un mayor porcentaje de probabilidad que puedan cometer actos violentos en comparación con una persona que no tiene trastornos (Esbec y Echeburúa, 2010).  

En un estudio realizado en 2006, se encontró, que aun más importante que los trastornos de personalidad, las personas que tenían conductas antisociales, descontroladas y, con menor grado de flexibilidad ante situaciones cotidianas tienen más riesgo de cometer actos violentos, pero las circunstancias impredecibles y amenazantes, pueden hacer que incluso otras personas con patrones habituales de comportamiento considerados más flexibles y de mayor normalidad reaccionen de manera agresiva y violenta, además de que la presencia o consumo de drogas y el alcohol son factores predisponentes y desencadenantes para llevar a cabo los delitos (Ortiz-Tallo, Fierro, Blanca, Cardenal y Sánchez, 2006). 

Es por eso que al momento de evaluar a un presunto responsable, los psicólogos forenses y jurídicos deben tener claro que tipo de indicadores les ayudarán a entender mejor al evaluado y al delito que presuntamente cometió, pues es muy importante que las pruebas otorgadas en la pericial psicológica pueda brindar toda la información posible para que el juez y los abogados, comprendan que no por tener un trastorno de personalidad una persona es necesariamente culpable, pues deben contemplarse el contexto en el que se cometió el delito y otros factores que pudieran haberlo motivado.

 


Referencias 


ResearchBlogging.orgAsociación Americana de Psiquiatría (2013). Guía de consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM-5. Arlington: Estados Unidos.

Esbec, E. y Echeburúa, E. (2010). Violencia y trastornos de la personalidad: implicaciones clínicas y forenses. Actas Esp Psiquiatr, 38 (5), 249-261

González-Guerrero, L. (2007). Características descriptivas de los delitos cometidos por sujetos con TP: motivaciones subyacentes, “modus operandi” y relaciones víctima-victimario Psicopat Clinic Leg Foren., 7, 19-39

Kernberg, O. (2010). Narcisistic Personality Disorder”. En Clarkin, J, Fonagy P y Gabbard, G. (2010). Psychodynamic Psychotherapy for Personality Disorders. A clinical handbook. 257-287. Arlington. American Psychiatric Publishing, Inc: Estados Unidos.

Logan, C. (2009). Narcissism. En M,McMurran y R. Howard (Eds.). (2009). Personality, personality disorder, and violence: An evidence based approach. 85-112. Wiley-Blackwell Publishing; Reino Unido

 Nestor, P. (2002). Mental disorders and violence. Am J Psychiatry. 159. Novaco, RW. (2010). Anger and psychopathology. En M. Potegal, G. Stemmler y C. Spielberger (Eds.). (2010). International handbook of anger. Constituent and concomitant biological, psychological, and social processes. 465-97. Springer: Estados Unidos.

Ortiz-Tallo, M., Fierro, A., Blanca, M., Cardenal, V. y Sánchez, L. (2006). Factores de personalidad y delitos violentos Psicothema. , 18 (3), 459-464

Russ, E., Shedler, J., Bradley, R. y Westen, D. (2008). Refining the construct of narcissistic personality disorder: Diagnostic criteria and subtypes. Am J Psychiatry. 165, 1473-81.

Stone, MH. (2005). Violence. En JM, Oldham, AE. Skodol y DS Bender (Eds.). (2005). Textbook of Personality Disorders. 477-492. American Psychiatric Publishing: Estados Unidos.

Trechera, J., Millán Vásquez de la Torre, G. y Fernández Morales, E (2008). Estudio empírico del Trastorno Narcisista de la Personalidad, (TNP) Acta Colombiana de Psicología, 11 (2), 25-36


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