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- ¿Qué sirve y qué no en la Intervención en Crisis?
Por Julio Vega
sábado, 15 de septiembre de 2018
Una crisis es un incidente crítico, inesperado, a menudo corto y amenazante que sobrepasa las capacidades de un individuo para responder forma adaptativa (Flannery y Everly, 2000). Estas crisis pueden ocurrir por varias razones, tales como desastres, actos de violencia, eventos que amenacen con la muerte o un serio daño a la integridad física de un individuo. Por tanto, la intervención en crisis, resulta en una forma de intervención psicológica caracterizada por proveer a las víctimas con cuidados psicológicos de emergencia, así como apoyarlas para regresar a niveles de funcionamiento adaptativos y prevenir o mitigar el potencial impacto negativo de un trauma psicológico.
Si bien, existen varios varios modelos de intervención en crisis, parece que existe un consenso en cuanto a los principios generales de la mayoría de los modelos, que consisten en: intervenir de forma inmediata, estabilizar, facilitar el entendimiento de lo ocurrido, enfocarse en la solución de problemas, y promover la autosuficiencia. Sin embargo, la realidad es que a pesar de ello, estos principios no necesariamente asegurar la efectividad de los modelos de intervención. Para asegurarse de ello, existe al menos dos aproximaciones: primero una buena evaluación a partir de un triaje (triage), y segundo, utilizar modelos de intervención en crisis basadas en evidencias.
¿Qué es una evaluación por triaje?
El triage o triaje, es un neologismo que simplemente quiere decir, clasificar o separar. Es muy similar a los modelos de emergencia de “colores” que utilizan los servicios de salud.
Triage del IMSS (México). |
En el primero dominio, basándose en extensos estudios de emociones asociadas a eventos de crisis, se propone la evaluación de tres reacciones principales: (1) Ira/Hostilidad; (2) ansiedad/miedo; y (3) tristeza/melancolía. Siendo los principales tipos de reacciones emocionales que manifiestan las víctimas de una crisis.
Por su parte, el componente dos, evaluar tres reacciones conductuales: (1) inmovilización, (2) evitación; y (3) abordaje. El primero, hace referencia a aquellas reacciones donde el individuo no reacciona, y queda en estado que le incapacita para realizar cualquier intento de resolver la crisis. El segundo, hace referencia a las reacciones de intentos proactivos de escapar o evitar los problemas asociados con la crisis. Finalmente, el tercer tipo de respuesta conductual, es el abordaje, donde se incluye los intentos proactivos para resolver los problemas relacionados con la crisis.
Finalmente, el dominio cognitivo también evalúa tres tipos de pensamientos concernientes a la crisis: (1) transgresión; (2) amenaza; y (3) pérdida. El primero, habla de la sensación de estar siendo víctima de una agresión o suceso contra la persona, cuyo evaluación es relacionada con el presente. El segundo, la amenaza, es una percepción de que algo puede ocurrir en el futuro o de forma potencial. Y el tercero, la pérdida, se percibe como un suceso del pasado, que deviene a la sensación de una pérdida irrevocable.
Sin embargo, aunque este modelo de evaluación es útil para identificar el dominio más apremiante que requiere la estabilización del paciente, lo cierto es que eso no quiere decir que el psicólogo o profesional de la salud podría realizar cualquier tipo de intervención. Es necesario la utilización de métodos y procedimientos que aseguren de alguna forma la probabilidad de tener éxito con el paciente.
Intervención en crisis basada en evidencia
¿Cuál modelo de intervención en crisis tiene mejores resultados? Para responder a ello, Roberts y Everly (2006) realizaron un meta-análisis de 36 estudios en intervención en crisis. A grandes rasgos, un meta-análisis es un tipo de estudio en el que se sintetizan los resultados de estudios previos para conocer si existen resultados consistentes y que provean evidencia de que un tratamiento o intervención funciona. Esto, mediante el uso de técnicas estadísticas que ayuden a ponderar los resultados de cada estudio en un único resultado final. Así, en vez de tener que leer 36 estudios de manera individual y llegar a conclusiones subjetivas, el meta-análisis de Robert y Everly ayuda a tener un único resultado donde se integren las muestras y resultados de los 36 estudios.
El análisis realizado por Robert y Everly, considera al menos tres categorías de intervención en crisis: (a) preservación de la familia, también conocida como intervención familiar en crisis en el hogar. El cual se provee en un periodo de aproximadamente 3 meses con un total de 8 a 72 horas de intervención total. (b) Intervención en crisis multisesión (durando alrededor de 4 a 12 sesiones); o Manejo de estrés de incidentes críticos multicomponente (CISM por sus siglas en inglés), también conocido como intervención en crisis grupal. Este último consistente en al menos tres sesiones que consideren entrenamiento pre-crisis (p. ej. inoculación de estrés), intervención grupal o individual justo después de la crisis; y consejería post-crisis un mes después. Y finalmente (c) sesiones individuales únicas o grupos de interrogatorio de crisis. Estás, pueden durar de 20 minutos hasta 2 horas.
Los resultados del meta-análisis de Robert y Everly señalan que las intervenciones que tienen un efecto más fuerte fueron las técnicas de preservación familiar. Con un 63.64% de los estudios que señalan un efecto fuerte. Por el contrario, las sesiones individuales o grupales únicas, mostraron un 66.67% de efectos bajos. En general, la gran conclusión por Robert y Everly señala el claro efecto positivo de las intervenciones en crisis en el hogar y que involucran a las familias. Se recomienda en general programas de intervenciones mayores a 8 horas basadas en el hogar; y con un periodo de intervención que vaya de 1 a 3 meses. Con un efecto relativamente menor pero igual de bueno, se encuentran el CISM, con un formato de sesiones que vayan de las 4 a las 12 sesiones de intervención. finalmente, las intervenciones individuales no parecen tener un efecto muy grande, aunque es posible que en ciertos casos (donde la intervención familiar, o las múltiples sesiones no sean posibles), sea la única opción. Sin embargo, la tasa de efectos positivos y fuertes es de solo el 16%, por lo que posiblemente se recomienda acompañarlo con otro tipo de intervenciones adicionales.
Conclusión
En general, la intervención en crisis es un método de intervención con un propósito bienintencionado, sin embargo, las buenas intenciones de los psicólogos no parece ser suficiente según la investigación. Por tanto, para una adecuada intervención, se recomienda primero realizar una evaluación tipo triage, que permita identificar las áreas que requieren atención, y el nivel de crisis del sujeto; y segundo, utilizar algún método de intervención que permita aumentar la probabilidad de éxito con el paciente, tales como las técnicas de preservación familiar o el CISM. Siguiendo estas recomendaciones, nos aseguraremos de realizar intervenciones en crisis basadas en evidencia, que nos permitan aumentar las posibilidades de mejores resultados.
Referencias
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Flannery, R. B., & Everly, G. S. (2000). Crisis intervention: A review International Journal of Emergency Mental Health, 2 (2), 119-126
- Myer, R. A., & Conte, C. (2006). Assessment for crisis intervention Journal of clinical psychology, 62 (8), 959-970 : 10.1002/jclp.20282
- Roberts, A. R., & Everly Jr, G. S. (2006). A meta-analysis of 36 crisis intervention studies Brief Treatment and Crisis Intervention, 6 (1), 10-21 : 10.1093/brief-treatment/mhj006