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Por Julio Vega
viernes, 5 de enero de 2018
El caso de los psicópatas
El 17 de junio de 1984 Diana Downs fue sentenciada a pasar 50 años en prisión. Su crimen: disparar a sus hijos para atraer a un hombre al que no le gustaban los niños. John Gacy, un contratista de Illinois, nombrado “hombre del año” por la Cámara de Comercio de esa ciudad, fue sentenciado a 21 cadenas perpetuas y 12 penas de muerte, tras ser hallado culpable por el asesinato de 32 jóvenes, cuyos restos fueron hallados bajo su casa. Este tipo de personajes, cuyos crímenes nos parecen horripilantes, muchas veces despiertan en nuestra curiosidad las siguientes preguntas: ¿Qué motiva a estas personas a cometer estos crímenes? ¿Es posible prevenir que suceda? ¿Tienen esperanzas de readaptación?
Los psicópatas, como se le conoce a estos individuos, son depredadores sociales, que encantan, manipulan y despiadadamente usa a otros individuos para conseguir sus fines. Con una completa falta de conciencia y empatía por los demás, y de manera egoísta, toman lo que necesitan y hacen lo que les place, violando las normas sociales sin el mínimo sentimiento de culpa o arrepentimiento. El estudio sistemático de estos criminales dista mucho de lo que series como C.S.I. o Criminal Minds suelen ensañar en televisión. Por ejemplo, lejos de lo que se piensa, las investigaciones han señalado que la mayoría de los crímenes suelen ser cometidos por un pequeño puñado de individuos con tendencias antisociales, psicopatía y otros trastornos de la personalidad.
La psicopatía en diversas culturas
Los psicópatas suelen tener una serie de características bien definidas; y llama la atención que este fenómeno trasciende el tiempo y la cultura, pues también existen personas con características propias de la psicopatía en otras culturas y en relatos antiguos. Por ejemplo, los Yorubas, una tribu de Nigeria, utilizan el término aranakan para referirse a un individuo que siempre hace lo que quiere, sin importar los demás, que es poco cooperativo, lleno de maldad e incorregible. Al otro lado el mundo, en Alaska, los Inuit utilizan el término kunlangeta para referirse a una persona que, por ejemplo, continuamente miente, engaña y roba cosas, no va de caza y, cuando los otros hombres no están en la villa, se aprovecha sexualmente de las mujeres; no toman en serio los regaños, y que siempre son llevados con los ancianos para recibir castigos. Siglos atrás, también puede rastrearse un arquetipo de estos personajes en la cultura griega. Hermes “el dios mensajero”, según cuentan, proveerá de acción, pero será una acción sin ataduras morales, y sin garantías: Hermes solo participa por una noche. Es el patrón de los ladrones, mentirosos, las encrucijadas y del libre vagabundeo. Si la existencia de estos personajes resulta ser un fenómeno extendido por el mundo y el tiempo ¿Que podemos hacer al respecto? ¿Qué sabemos hasta ahora?
Robert Hare: el padre del estudio de la psicopatía
La investigación sobre la psicopatía puede rastrearse a los trabajos pioneros de Cleckey. Sin embargo, fue el psicólogo Robert Hare quien más aportó al estudio sistemático de los psicópatas, desarrollando no solo instrumentos que permiten evaluar la psicopatía, sino creando toda una teoría bien desarrollada acerca de este trastorno de personalidad.
Si bien, el legado que Robert Hare ha dejado es indiscutible, vale la pena a echar una mirada a sus inicios. Tal como relata en su libro “Sin Consciencia: el inquietante mundo de los psicópatas que nos rodean”, en sus inicios, Hare no tenía ni la más mínima idea de cómo serían los reclusos de la prisión donde obtuvo su primer trabajo como psicólogo en la Penitenciaria de Columbia Británica en Canadá:
“No tenía experiencia profesional ni como psicólogo ni especial interés en psicología clínica o criminología. La penitenciaría de máxima seguridad, cerca de Vancouver, era una enorme institución que albergaba a esa clase de criminales de los que sólo había oído hablar en la tele […]. Empecé a trabajar bastante desorientado, sin ningún programa de formación o mentor que me informase en qué consistía eso de ser psicólogo de prisiones” (p. 9).
Su ingenuidad lo llevaría a tener varias experiencias peculiares con psicópatas como relata en su libro. “Ray” un prisionero con marcados rasgos de psicopatía, se las ingenió para convencer al Dr. Hare de tomar varias decisiones que terminaron mal:
“Ray tenía una increíble habilidad para engañar, no sólo a mí, sino a todo el mundo. Podía hablar y mentir con una facilidad y un desparpajo que, a veces, desarmaba hasta al funcionario de prisiones más cínico y veterano. Cuando le conocí ya tenía una larga carrera delictiva a sus espaldas (y, como se demostraría más tarde, por delante); cerca de la mitad de su vida la había pasado en la cárcel y muchos de sus delitos habían sido violentos. A pesar de todo, me convenció de lo que quiso (y a otros con más experiencia también): de su voluntad de reforma, de que su interés por el delito había desaparecido en favor de la cocina, la mecánica, etc. Mentía sin interrupción y sin esfuerzo sobre cualquier tema y si le pillaba con una contradicción (que muchas veces hallaba al examinar su expediente), ni se inmutaba. Simplemente, cambiaba de tema. (…)
En una ocasión, me convenció de que quería aprender el oficio de cocinero —sentía que tenía cualidades para ello, que podría trabajar de cocinero cuando saliese de allí y que tenía buenas ideas para mejorar la comida de prisión, etc.— de manera que apoyé su petición de ser trasladado del taller de máquinas (…) a la cocina. Lo que no pensé es que ese destino era una golosa fuente de azúcar, patatas, fruta y otros ingredientes con los que se podía elaborar alcohol. Varios meses después de haber recomendado el traslado, hubo una repentina erupción en el suelo, bajo la mesa de trabajo del director. Cuando las cosas se calmaron, descubrimos un elaborado sistema subterráneo de destilación de alcohol. Alguna parte del alambique falló y provocó la explosión de uno de los recipientes. (…) Cuando se descubrió que Ray era el cerebro de la operación, tuvo que pasar algún tiempo en reclusión incomunicado.
Una vez fuera del «agujero», Ray apareció en mi oficina como si nada hubiese pasado para pedirme que le trasladase de la cocina al taller de coches: sentía que tenía una habilidad especial, tenía que prepararse para el mundo de ahí fuera, si sólo tuviese tiempo para practicar podría abrir su propio taller chapista una vez en la calle... Todavía me dolía haberle facilitado el primer traslado, pero, una vez más, me convenció” (pp. 11-13)
Esta experiencia y muchas más, llevaron al Dr. Hare a investigar de forma sistemática a estos individuos. A través de entrevistas largas y profundas con cientos de delincuentes, el Dr. Hare comenzó a identificar patrones recurrentes en el comportamiento de éstos individuos. En sus décadas de investigación, Hare identificó una serie de síntomas que los psicópatas poseen. Esto, le permitió construir uno de los instrumentos más conocidos a nivel internacional para evaluar los pacientes psicopáticos: El Hare Checklist Revised o Lista de Verificación de Hare Revisada. Si bien, cabe aclarar que algunas personas comunes y corrientes pueden tener algunos de estos síntomas enlistados en este instrumento, la psicopatía es un síndrome: un conjunto de síntomas relacionados. Por lo que un psicópata requiere varios de estos síntomas identificados para obtener tal diagnóstico.
Las características del psicópata
Entre las características identificadas por Hare, se encuentran la locuacidad y encanto superficial, pues muchas veces los psicópatas son ingeniosos y se expresan muy bien, son amenos y divertidos y tienden a encantar a las personas. Tienen una personalidad egocéntrica y presuntuosa, para ellos, todo el mundo gira alrededor del “yo”. Muchas veces esto justifica sus acciones: “No es que no cumpla la ley, (…) es que sigo mis propias leyes” (p. 38). No sienten remordimiento o culpa. Hare relata que una de sus entrevistas le pregunto a un sujeto si sentía remordimiento por haber golpeado a una de sus víctimas de robo (que tuvo que pasar tres meses en el hospital a causa de las heridas), y éste contestó “¡Sé realista! Él se pasa unos meses en el hospital y yo me pudro aquí. Sólo le corté un poco. Si hubiese querido matarle le habría rebanado el cuello. Así soy yo; le di un respiro” (p. 41). Tienen una marcada falta de empatía, no sienten ni son capaces de imaginar emociones humanas reales, ven a las personas como meros objetos, incluso a sus propios miembros de su familia, como en el caso de Diana Downs. Tienen una personalidad manipuladora y mentirosa, son sus talentos naturales. Y cuando se les confronta con la verdad, no se inmutan, no se avergüenzan, simplemente cambiar de tema o cambian el orden de la historia; incluso pudiendo engañar y manipular a psicólogos experimentados. Sus emociones son superficiales, suelen ser fríos y sin emociones, y aunque hay ocasiones donde “demuestran” sentimientos, los evaluadores expertos fácilmente identifican que solo es una actuación.
En cuanto a su estilo de vida, se ha visto que tiene una alta impulsividad, los psicópatas no planean, solo hacen. No sopesan las ventajas y desventajas de sus decisiones, simplemente actúan para satisfacer sus necesidades. No controlan su conducta, responden rápidamente a cualquier señal de provocación. Tienen una constante necesidad de estimulación y excitación, les gusta vivir al límite. En varias entrevistas mencionan hacer delitos por la pura emoción. No están acostumbrados a la monotonía. Cuando su vida se vuelve predecible, simplemente cambian de vida. Tiene una falta de responsabilidad, las obligaciones con su trabajo, familia o conocidos significan nada para ellos. Su desempeño laboral tiende a ser pobre (aunque seguramente mentirán diciendo que han sido el mejor empleado). Diana Downs por ejemplo, solía dejar a sus hijos solos, sin nadie que los cuide, muchas veces dejándolos sin comida y cuidados a pesar de jurar que los amaba. Presentan problemas de conducta desde la infancia, que van desde la mentira y robo hasta el maltrato de animales. Y esto continúa hasta presentar conducta antisocial en la adultez. Ellos ponen sus propias reglas, ignoran las establecidas por la sociedad y las legislaciones. Su transgresión a la ley suele ser variado, pues los psicópatas rara vez se especializan en un tipo de crimen. En una entrevista a criminal Daniel Walker, el investigador del FBI, Robert Ressler le pregunta: - ¿Es muy largo tu expediente delictivo? A lo que responde -Creo que el actual tiene 29 o 30 páginas. - ¡29 o 30 páginas! Charles Mason solo tiene cinco. A lo que le responde -Pero ese era solo un asesino.
La neurociencia de la psicopatía
Todos estos síntomas relacionados entre si han despertado la curiosidad de los neurocientíficos para identificar si la psicopatía tiene algún antecedente biológico. A través de diversos estudios y metodologías como las imágenes cerebrales se han encontrado estos antecedentes. Los estudios con imágenes cerebrales, como la Tomografía Axial Computarizada (TAC), la Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) o las Imágenes por Resonancia Magnética Funcional (fMRI), son técnicas complejas de realizar, pero fáciles de comprender. A través de diferentes mecanismos, estas técnicas monitorean la actividad cerebral para identificar aquellas zonas que tienen una mayor actividad. Gracias a estas técnicas se ha identificado que existen dos grandes correlatos de psicopatía a nivel cerebral: un déficit en el funcionamiento de la amígdala y la corteza prefrontal.
La amígdala, es una zona interior del cerebro que se encarga de las emociones básicas y de supervivencia (miedo, enojo, alegría, amor). Se ha visto, que, a diferencia de las personas comunes y corrientes, los psicópatas tienden a mostrar una menor actividad en la amígdala ante imágenes con contenido emocional (como delitos, imágenes tiernas). Esto, es un gran correlato para ciertos síntomas como la falta de emociones, y la constante necesidad de excitación. Por su parte, la corteza prefrontal, es una zona superficial del cerebro que se encarga control la conducta, regular emociones complejas, planificar a futuro y en la toma de decisiones. Esta zona, al igual que la amígdala, también tiene una menor activación en los psicópatas cuando se les compara con las personas comunes y corrientes. Esta menor actividad está relacionada al poco control conductual, a la nula sensación de culpa, remordimiento y empatía, la irresponsabilidad y al quebrantamiento de reglas.
Estos hallazgos recientes nos llevan también a preguntarnos: Si existe un componente biológico para la psicopatía, ¿Acaso podemos hacer algo para prevenirla? ¿Podemos hacer algo para tratarla?, o ¿una persona que nace con estas deficiencias cerebrales está condenada a una vida de delincuencia y criminalidad?
El futuro de la psicopatía: avances sobre el tratamiento de la psicopatía
Algo queda claro sobre la psicopatía: aún no se encuentran tratamientos exitosos para ella. La rehabilitación tradicional lejos de ayudar a trata la psicopatía puede empeorarlo, ya que puede darle más herramientas de los psicópatas para ser más exitosos en la sociedad, de esta forma, ser unos mejores depredadores sociales. Sin embargo, recientemente se ha visto que los tratamientos que buscar incidir en las emociones y empatía, son prometedores, especialmente cuando se trabaja desde edades tempranas, como en la niñez o la adolescencia.
Al respecto, Lykken, en su libro “Personalidades Antisociales” menciona, que a pesar de que los psicópatas presentan antecedentes biológicos, las intervenciones tempranas pueden resultar. Lykken ejemplifica esta idea con los perros Pitbull. Esta raza de perros, si bien tienen una predisposición biológica y genética a ser agresivos y peligrosos, lo cierto es que una adecuada socialización con otros perros puede hacerlos unos perros cariñosos. Lo mismo sucede con las personas menciona Lykken, uno niño que presenta rasgos de psicopatía y problemas conductuales a temprana edad, puede ser tratado al socializar adecuadamente con otros niños y adultos y enseñarle habilidades importantes como la empatía el pensamiento prosocial.
Si bien ya sabemos mucho sobre los psicópatas, sus características y antecedentes, aun nos falta investigar más para identificar formas de tratamiento funcionales. Sin duda, esta es el gran reto que los psicólogos forenses, criminólogos y trabajadores sociales tienen a futuro: identificar tratamientos eficaces; y para ello la investigación tiene un gran peso, pues gracias a ella, hemos avanzado a pasos agigantados para comprender el perturbador mundo de los psicópatas que nos rodean.
Referencias
Hare, R. D. (1999). Without conscience: The disturbing world of the psychopaths among us. Nueva York: Guilford Press.
Patrick, C. J. (Ed.). (2005). Handbook of psychopathy. Nueva York: Guilford Press.
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